El gasto de los viajeros internacionales se proyecta en 2,1 billones de dólares, impulsado por una recuperación sostenida de la demanda. El crecimiento, sin embargo, no es homogéneo: mientras algunas regiones experimentan un dinamismo notable, otras enfrentan desaceleraciones y retrocesos. En el primer semestre de 2025, las llegadas internacionales aumentaron un 5 %, alcanzando 690 millones de viajeros extranjeros, es decir, 33 millones más que en el mismo periodo del año anterior. África lideró los incrementos con un 12 %, seguida de Asia-Pacífico con 11 %, mientras Europa y América registraron avances más moderados del 4 % y 3 % respectivamente.
Europa, donde se celebró el encuentro del WTTC, se ha consolidado gracias a la demanda interna y la llegada de viajeros de Estados Unidos y China. Sin embargo, la dinámica norteamericana refleja claroscuros: aunque el sector global avanza, Estados Unidos experimenta una caída en las llegadas internacionales y se calcula que perderá 30 000 millones de dólares en gasto turístico este año. Este retroceso responde a factores como la fortaleza del dólar, políticas migratorias más restrictivas y tensiones internacionales que empiezan a redirigir flujos hacia otros destinos emergentes. En contraste, China muestra un repunte sólido: tras haber superado los niveles prepandemia en 2024, intensifica su protagonismo mundial con un fuerte crecimiento del turismo emisor e interno.
La recuperación tan prominente del turismo global ha generado un debate central planteado por el WTTC en Italia: es necesario equilibrar la creciente demanda con una oferta más diversa y sostenible. Muchos destinos tradicionales enfrentan saturación, presión ecológica y desafíos de capacidad. Por ello, se subraya la urgencia de diversificar la oferta hacia nuevos destinos, articular rutas regionales, fomentar el turismo rural y apostar por modelos que prioricen la calidad sobre el volumen. Este enfoque no solo aliviaría la presión sobre los destinos más concurridos, sino que también abriría oportunidades a regiones emergentes que, con políticas adecuadas, podrían integrarse en el mapa turístico global.
La digitalización, la inteligencia artificial y la innovación tecnológica, junto con la sostenibilidad, se perfilan como ejes fundamentales para atender las nuevas expectativas de los viajeros. Según se destacó en el foro internacional, los consumidores muestran un interés creciente por viajes responsables y regenerativos, aunque todavía existe un reto de accesibilidad y precios.
En este escenario global, España fue presentada como ejemplo de recuperación y competitividad. El país ha mejorado su posición en el ranking mundial en función de la contribución del turismo a la economía, logrando un peso histórico que lo consolida como primera potencia europea y segunda a nivel mundial. La Cuenta Satélite del Turismo mostró que en 2023 el sector aportó 184 000 millones de euros (12,3 % del PIB), y en 2024 se estima que alcanzó los 248 700 millones de euros (15,6 % de la economía nacional), generando alrededor de tres millones de empleos, es decir, el 14 % del total.
Más allá de las estadísticas locales, lo relevante desde la óptica internacional es que las cifras récord de 2025 muestran un sector que ya no puede sostenerse bajo las lógicas de un crecimiento ilimitado. El incremento de los costos de transporte, alojamiento y energía, unido a tensiones geopolíticas, inflación y la competencia de destinos emergentes, presiona los modelos tradicionales. Se advierte que, sin un giro estratégico hacia la sostenibilidad y la resiliencia, los destinos saturados corren el riesgo de perder atractivo y generar desequilibrios sociales y ambientales.
El pronóstico del WTTC a mediano plazo es claro: para 2035, el turismo contribuirá con 16,5 billones de dólares al PIB global, representando el 11,5 % de la economía mundial. Esto implicará la creación de 460 millones de empleos, lo que supone que uno de cada ocho trabajadores del planeta estará vinculado al turismo. También se prevé que el gasto internacional ascenderá a 2,9 billones de dólares y el doméstico a 7,7 billones.
El encuentro en Italia, liderado por Gloria Guevara, cerró con un mensaje contundente: el turismo global debe evolucionar hacia un modelo más responsable que reconozca los límites ecológicos, democratice el acceso a destinos menos conocidos, fomente la innovación en productos turísticos y promueva políticas que armonicen crecimiento con regeneración territorial. En un mundo interconectado, los países con visión estratégica y capacidad para diversificar estarán mejor posicionados para liderar la próxima etapa del turismo mundial.