Este trasfondo convierte al sector en un trampolín político, que no solo dinamiza la economía dominicana, sino que además se proyecta como escenario de legitimidad política y de construcción de liderazgo hacia el 2028.
El perfil de ambos candidatos subraya la creciente importancia del turismo en la vida nacional más allá de lo económico. El hecho de que tanto un exministro con amplia trayectoria como un ministro actual estén considerando su paso a la presidencia indica que este sector ofrece una plataforma estratégica: visibilidad mediática, conexiones institucionales y un discurso centrado en el desarrollo, la sustentabilidad, la infraestructura y la inversión. Los turistas, los inversores y los empleadores se convierten así en audiencias fundamentales, ya que los desafíos del turismo —como el mejoramiento de servicios, la conservación ambiental, la promoción internacional y la diversificación de destinos— son también retos gubernamentales que trascienden la agenda sectorial.
Además, García ha dejado claro que su aspiración no será solo interna al PLD, sino competitiva frente a los principales partidos nacionales. Plantea que una designación temprana de candidato le daría al PLD un margen estratégico para posicionarse con fuerza frente al PRM y Fuerza del Pueblo. Por su parte, Collado, al actuar ya como ministro, se mueve con las herramientas institucionales y con exposición internacional, lo que puede representar una ventaja en cuanto visibilidad, pero también lo expone a comparaciones en políticas ejecutadas y resultados concretos en materia de turismo, infraestructura y desarrollo regional.
Este cruce de miradas políticas alrededor del turismo como plataforma electoral refleja una tendencia más amplia: los sectores productivos potentes —turismo, energía, agroindustria, infraestructuras— se vuelven bases imprescindibles para proyectar liderazgo y credibilidad. En República Dominicana, un país donde el turismo representa una parte sustancial del PIB, genera empleo y alimenta la balanza de divisas, los ministros o exministros de Turismo tienen un know-how y un capital simbólico que puede ser explotado políticamente.
Por lo tanto, las elecciones de 2028 trascienden el simple cambio de mando: perfilan un escenario en el que los candidatos deben demostrar tanto competencia técnica como visión estratégica, más que mera retórica política. La carrera ya está en marcha, aunque falten aún varios años. El reto para García será consolidar su liderazgo interno en el PLD, mientras que para Collado será capitalizar los logros de su gestión ante la ciudadanía. Para el electorado, lo que está en juego no es solo quién gobernará, sino qué tipo de país se construye a partir del turismo y qué modelo de desarrollo se propone: uno que integre crecimiento económico con sostenibilidad, inclusión social y proyección internacional.
Este nuevo panorama no solo plantea una competencia entre personajes, sino entre proyectos: aquellos que entiendan el turismo como un fin, como una política sectorial aislada, y los que lo conciban como un eje articulador de transformación económica, social y ambiental en la República Dominicana.