Más que un viaje, se trata de una hoja de ruta de incidencia: en cada capital, el grupo entrega cartas formales, ofrece ruedas de prensa y presenta argumentos económicos y sociales a favor de la eliminación de visados entre nacionales africanos. Según explicó Mubarak, la meta es que la libre circulación sea una realidad generalizada en un plazo que no exceda los próximos años, con hitos intermedios que permitan revisar avances país por país. El impulso político existe: Ghana anunció en 2024 su intención de suprimir visados para ciudadanos africanos, y la campaña confía en ver su implementación plena en el corto plazo.
El momento elegido no es casual. La Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) aspira a integrar a 1.400 millones de personas en un único mercado; sin embargo, los actuales requisitos de visado y la burocracia asociada encarecen los viajes, frenan el turismo intrarregional y dificultan las cadenas de valor regionales. Romper esas trabas no solo abarataría el transporte y ampliaría la conectividad aérea y terrestre; también favorecería la inversión, los intercambios culturales, la cooperación universitaria y la circulación del talento joven que hoy encuentra muros dentro de su propio continente.
Existen precedentes que demuestran la viabilidad del objetivo. Kenia anunció la eliminación de los visados para todos los nacionales africanos, y Ruanda comunicó que abriría sus fronteras a los ciudadanos del continente, sumándose a países pioneros como Gambia, Benín y Seychelles. Estos pasos, lejos de ser simbólicos, envían una señal clara: la integración no puede esperar y los beneficios superan con creces los costos de transición.
La narrativa de la campaña también pone el foco en el empleo. Un continente con destinos diversos —del Sahel a las islas del Índico— puede convertir el turismo intrafricano en un motor sostenible si se eliminan fricciones innecesarias. La libre movilidad reduciría tiempos y costos para operadores, estimularía nuevas rutas y paquetes multidestino y facilitaría que los viajeros africanos descubran África antes que buscar opciones fuera. Según planteó Mubarak, liberar el acceso al mercado continental abre la puerta a un crecimiento sostenido del turismo y de sectores asociados como gastronomía, artes, deportes y eventos, con efectos multiplicadores en ingresos fiscales y formalización empresarial.
El llamado es claro y práctico. A los gobiernos: armonizar políticas migratorias, digitalizar procesos, ampliar acuerdos bilaterales y regionales y escalar medidas de facilitación como exenciones, visados a la llegada o sistemas electrónicos temporales mientras se avanza hacia el fin de los visados. Al sector privado: coordinarse para diseñar productos competitivos, invertir en conectividad y sostenibilidad, y comunicar una nueva narrativa de África abierta, segura y acogedora. A los organismos regionales: acompañar con estándares comunes, datos y mecanismos de seguimiento que garanticen seguridad, protección de datos y derechos de los viajeros. La campaña —que ya ha hecho escala en varias capitales para reuniones con autoridades y conferencias de prensa— subraya que “esto es largamente esperado” y que la historia reconocerá a los líderes que actúen con visión.
Con el volante como símbolo y la colaboración como método, la Trans African Tourism & Unity Campaign invita a convertir 2025–2030 en el quinquenio de la movilidad africana. No es un reclamo retórico: es una agenda concreta, respaldada por hechos, que conecta anhelos ciudadanos con metas de integración económica. Un África sin visados no es un sueño futurista; es la vía rápida para liberar crecimiento, empleo y orgullo continental en el presente.