Adrián Nelso Lomello
Cuando la fe impulsa la economía local: el turismo religioso como motor en los pueblos
Este segmento turístico debe ser reconocido y apoyado por parte de los gobiernos y las entidades empresarias de todos los países. Asimismo, los organismos internacionales vinculados al turismo deben considerar la inclusión de este segmento en las agendas de trabajo Mundial por su gran aporte al desarrollo de los pueblos.
En los pueblos donde la devoción se encuentra con la tradición, el turismo religioso ya no es sólo un acto espiritual sino también un poderoso motor económico. Destinos que hace sólo unas décadas vivían al ritmo pausado de la comunidad hoy ven cómo peregrinos, visitantes y fieles impulsan comercios, generan empleos y transforman la escena local.
En lugares rurales y semirurales, la llegada de grupos motivados por la fe desencadena una cadena de valor que va más allá de la misa o la procesión: hoteles, restaurantes, transporte, artesanías y servicios auxiliares cobran nuevo protagonismo.
Según un estudio para la región de Aragón (España), el turismo religioso generó un impacto de 187 millones de euros anuales gracias al flujo de visitantes a santuarios, rutas marianas y celebraciones de raíz cristiana. De igual modo, un informe reciente señala que en Argentina el turismo de fe moviliza anualmente cerca de 7 millones de solamente en la ciudad de Lujan, sede de la Virgen Patrona de ese país, lo cual se traduce en un ingreso de divisas y estímulo local.
Para esos pueblos, caracterizados muchas veces por economías pequeñas y estacionales, esta transformación representa una oportunidad única. Durante las festividades, la ocupación hotelera puede acercarse al 100%; los comercios de proximidad doblan o triplican su actividad; los servicios de transporte al entorno religioso registran picos de demanda. Un claro ejemplo lo aporta México: en la Semana Santa 2025 la derrama económica atribuible al turismo religioso superó los 300 mil millones de pesos, con ocupación cercana al 90% en destinos con fuerte raíz de fe.
Pero el impacto no se limita a las cifras más visibles. El turismo religioso también favorece la diversificación productiva del pueblo. Cuando los visitantes llegan, también esperan gastronomía típica, artesanía local, guías y servicios de mayor calidad. Esto impulsa mejoras en infraestructura, en servicios básicos y en la profesionalización del destino. Un análisis conceptual afirma que el turismo de fe “se ha convertido en motor de desarrollo económico de las ciudades receptoras de viajeros a sitios de fe”, generando nuevas oportunidades de ingresos y empleo en comunidades receptoras.
La magnitud global del fenómeno también lo subraya: se estima que alrededor de 300 millones de personas viajan cada año por motivos religiosos o espirituales, lo que representa cerca del 20% del turismo internacional. Ello abre para los pueblos un abanico de posibilidades: posicionarse como destinos de fe, adecuar su oferta turística y generar valor local con identidad.
Claro está, no todo es automático ni exento de desafíos. Para que el turismo religioso sea sustentable y beneficie a la comunidad anfitriona, se requieren actos de planificación: preservar el patrimonio cultural y espiritual, garantizar que el beneficio llegue al tejido local (y no solo a grandes operadores) y evitar que la propia identidad del lugar quede subsumida por una oferta turística mal gestionada.
En definitiva, cuando los pueblos abrazan la devoción como parte de su oferta turística, no sólo honran una tradición sino que también activan una dinámica económica renovadora. Y en ese cruce entre lo espiritual y lo productivo, encuentran un camino hacia mayor vitalidad, nuevas oportunidades y un horizonte donde la fe impulsa también el desarrollo local.
Finalmente, el turismo religioso debe ser reconocido como un segmento especifico por parte de los gobiernos y las entidades gremiales empresarias de todos los países. Asimismo, como los organismos internacionales vinculados al turismo deben considerar la inclusión de este segmento en las agendas de trabajo Mundial.
Autor: Adrián Nelso Lomello
Director Territorial para América
Red Mundial de Turismo Religioso
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