Antonio Santos del Valle
Sobre el Turismo de Compras en Ciudades de Costa, Grandes Ciudades de Interior y Zonas Rurales
Antonio Santos del Valle
Sobre el Turismo de Compras en Ciudades de Costa, Grandes Ciudades de Interior y Zonas Rurales
Antonio Santos del Valle
Sobre el Turismo de Compras en Ciudades de Costa, Grandes Ciudades de Interior y Zonas Rurales
Casos de Estudio: España
IV Estudios Avanzados de Turismo Estratégico. (Tampa - Florida 2025)
1. Introducción: Situación general del turismo de compras
El turismo de compras se ha consolidado en las últimas décadas como un segmento de gran relevancia en la economía turística global. No se trata únicamente de una actividad complementaria al viaje, sino, en muchos casos, del motivo principal de desplazamiento. Según diversos estudios internacionales, entre un 20% y un 40% del gasto total de un turista puede destinarse a compras, ya sea en productos de moda, artículos de lujo, artesanías, gastronomía local o tecnología. Esta cifra es aún mayor en determinados destinos especializados.
La globalización de marcas, la expansión de centros comerciales, la profesionalización del comercio local y la búsqueda de experiencias únicas han redefinido la oferta de compras para el turista. A ello se suma el auge del turismo experiencial: el visitante no solo busca adquirir un producto, sino también vivir un proceso de compra que incluya contacto cultural, autenticidad, atención personalizada y entorno atractivo.
Este caso de estudio dedicado a España, y que se complementa con los realizados de Argentina, Colombia y México, el turismo de compras se distribuye en tres grandes contextos:
• Ciudades de costa, donde el flujo turístico es elevado y estacional, pero con un potencial de gasto muy alto en periodos de vacaciones.
• Grandes ciudades de interior, que concentran marcas globales, zonas comerciales emblemáticas y eventos de relevancia.
• Zonas rurales, que ofrecen productos artesanales y experiencias asociadas a la producción local, con un componente de identidad y sostenibilidad.
El reto para cada uno de estos ámbitos es optimizar la experiencia de compra, adaptarse al perfil de visitante y coordinar la oferta comercial con la estrategia turística global del destino.
Como ya todos sabemos, el turismo de compras es un motor económico transversal que se adapta a diferentes tipologías de destino, desde las ciudades costeras con gran afluencia estacional, hasta las grandes urbes del interior con una oferta comercial y cultural diversificada, pasando por las zonas rurales que capitalizan su autenticidad y producción local.
Cada entorno presenta oportunidades y desafíos propios, pero todos comparten la necesidad de integrar las compras en una estrategia turística amplia, con enfoque en la experiencia del visitante, la diferenciación de la oferta y el aprovechamiento de herramientas tecnológicas y de marketing, entre otras cuestiones.
El futuro del turismo de compras pasa por su transformación en un producto turístico experiencial, en el que la adquisición de bienes vaya acompañada de vivencias culturales, interacción social y autenticidad, garantizando así un mayor valor añadido para el destino y un recuerdo duradero para el visitante.
2. Turismo de compras en ciudades de costa
Las ciudades costeras, especialmente aquellas con un alto flujo de turismo internacional, concentran una gran parte del gasto en compras durante la temporada alta. Ejemplos como Barcelona, Málaga, Valencia, Alicante o Marbella muestran cómo el clima, la oferta de ocio y la proximidad a zonas de playa potencian el consumo.
Características y situación actual
Alta estacionalidad
En destinos como Benidorm o Lloret de Mar, gran parte del volumen de ventas se concentra en los meses de verano, cuando la afluencia de turistas multiplica la población local. Lo mismo ocurre en Cannes (Francia) durante la temporada de playas y eventos como el Festival de Cine. Esta alta estacionalidad obliga a los comercios a reforzar personal, stock y promociones en un corto periodo de tiempo. Sin embargo, fuera de temporada, la actividad comercial decae notablemente, como se observa en zonas de playa del Algarve portugués, donde muchos establecimientos cierran entre noviembre y marzo.
Turismo internacional predominante
En Marbella, el perfil del visitante internacional incluye europeos de alto poder adquisitivo, clientes de Oriente Medio y turistas rusos, todos con gran interés por marcas de lujo como Gucci, Louis Vuitton o Bulgari. En Barcelona, la mezcla incluye asiáticos interesados en moda y diseño, británicos y franceses que buscan souvenirs de calidad, y estadounidenses con preferencia por experiencias de compra personalizadas. Ciudades como Dubái, aunque no europeas, sirven de ejemplo de cómo segmentar y ofrecer experiencias adaptadas a cada mercado.
Oferta diversificada
En Valencia, la oferta combina centros comerciales como Aqua Multiespacio, outlets como Bonaire y mercados artesanales como el de Colón, donde la gastronomía gourmet complementa la experiencia. En Niza, las tiendas de perfumes y jabones artesanales se alternan con boutiques internacionales y mercadillos provenzales. Este modelo mixto también funciona en Lisboa, donde los grandes almacenes se combinan con pequeñas tiendas de azulejos, cerámica y productos de corcho.
Eventos y cruceros
Ciudades como Málaga han aprovechado la llegada de cruceros para potenciar la venta en su centro histórico y en el Muelle Uno, con comercios, restaurantes y artesanía local. Palma de Mallorca ha integrado ferias temporales y actividades culturales coincidiendo con la llegada de cruceristas. En Venecia, aunque con retos de saturación, los visitantes de crucero suelen destinar parte de su tiempo a compras de cristal de Murano y mascarones tradicionales.
Oportunidades
Extender la temporada turística con eventos de compras fuera del verano
En San Sebastián, los festivales gastronómicos y ferias de pintxos en otoño atraen visitantes que también consumen moda y productos gourmet. Málaga organiza la Noche en Blanco y la Fashion Week, eventos que amplían la temporada comercial más allá del verano. En Madeira, la Fiesta de la Flor en primavera genera un aumento significativo de visitantes que también realizan compras de bordados y licores locales.
Impulsar rutas comerciales temáticas
Barcelona ha desarrollado rutas como la “Barcelona Shopping Line”, que conecta el Paseo de Gracia con el centro histórico, integrando compras, gastronomía y cultura. En Niza, la ruta de perfumes de Grasse vincula talleres de elaboración, tiendas especializadas y visitas a museos. En Alicante, las rutas que combinan la visita a bodegas con paradas en tiendas de productos típicos han demostrado un aumento del gasto medio por visitante.
Potenciar la conectividad entre zonas de playa y áreas comerciales
En Valencia, la línea de tranvía que conecta la playa de la Malvarrosa con el centro comercial Aqua ha mejorado el flujo de turistas hacia las áreas de compras. En Cádiz, autobuses lanzadera unen el puerto de cruceros con el casco histórico y las zonas comerciales, ofreciendo señalización en varios idiomas. En Marsella, la conexión directa entre el puerto y el centro comercial Les Terrasses du Port ha incrementado las ventas a cruceristas.
Desafíos
Evitar la homogeneización de la oferta
En Marbella, se han establecido normativas y programas de apoyo al comercio local para mantener boutiques de artesanía y diseño autóctono frente a la expansión de cadenas internacionales. En Dubrovnik, se han promovido productos con sello de origen para diferenciarse de las tiendas genéricas que venden mercancía importada sin identidad local.
Gestionar la saturación en temporadas altas y mejorar la atención multilingüe
Venecia y Santorini son ejemplos claros de cómo la saturación en zonas comerciales puede afectar negativamente la experiencia del visitante. En respuesta, Lisboa ha promovido circuitos alternativos que distribuyen el flujo turístico hacia barrios menos congestionados, ofreciendo además atención en múltiples idiomas en las principales zonas comerciales.
Adaptar horarios comerciales a los hábitos de consumo internacionales
En Ibiza, muchas tiendas en el centro histórico y zonas turísticas mantienen horarios extendidos en temporada alta, abriendo hasta la medianoche para adaptarse al estilo de vida nocturno de sus visitantes. En Cannes, el horario comercial se ajusta durante el festival de cine, con aperturas más tempranas y cierres más tardíos para atender la demanda de visitantes con agendas ajustadas.
3. Turismo de compras en grandes ciudades de interior
Las grandes urbes sin costa, como Madrid, Sevilla, Zaragoza, Córdoba o Bilbao, presentan un perfil diferente: combinan una oferta comercial amplia con un flujo de visitantes durante todo el año, atraídos por su patrimonio cultural, eventos y ferias internacionales.
Características y situación actual
Oferta comercial muy completa
Las grandes ciudades de interior destacan por una oferta comercial que cubre prácticamente todas las gamas de producto y niveles de precio. Es habitual encontrar desde tiendas de lujo y boutiques de diseñadores reconocidos internacionalmente, hasta grandes almacenes con una variedad masiva de artículos y precios más accesibles. Además, existen barrios comerciales especializados que funcionan como polos de atracción para públicos específicos: zonas de moda de autor, distritos de antigüedades, mercados gourmet o calles dedicadas exclusivamente a la joyería. En Madrid, por ejemplo, el barrio de Salamanca concentra firmas de alta gama, mientras que zonas como Malasaña o Lavapiés ofrecen comercios alternativos, arte urbano y gastronomía multicultural. Este abanico tan amplio permite a las ciudades competir a nivel internacional y atraer tanto a turistas que buscan lujo como a quienes priorizan experiencias auténticas.
Turismo MICE (reuniones, incentivos, congresos y exposiciones)
El turismo de reuniones y eventos es uno de los grandes impulsores del consumo en ciudades de interior. Los visitantes MICE suelen tener un perfil de alto poder adquisitivo, viajan con agendas muy ajustadas y valoran especialmente la proximidad y accesibilidad de las áreas comerciales. Al disponer de poco tiempo libre, su experiencia de compra debe ser eficiente y bien organizada, con opciones cercanas a hoteles, recintos feriales y centros de congresos. Las ciudades con infraestructuras modernas para este segmento, como Madrid, Zaragoza o Sevilla, tienden a complementar su oferta con centros comerciales próximos y servicios adaptados, como transporte rápido, personal shopper y envío de compras al hotel o al aeropuerto.
Eventos de gran formato
Las semanas de la moda, ferias internacionales y festivales de prestigio son catalizadores del turismo de compras en las grandes urbes. Eventos como la Madrid Fashion Week o la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) (ambos se celebran en la ciudad de Madrid - España) generan un notable aumento del consumo en sectores como la moda, la decoración o el arte.
Estos acontecimientos no solo atraen a profesionales del sector, sino también a turistas interesados en vivir experiencias exclusivas, lo que se traduce en un incremento temporal de la demanda en hoteles, restaurantes y tiendas especializadas. Las ferias gastronómicas o culturales también cumplen un papel relevante, al incentivar compras vinculadas a productos regionales y de edición limitada.
Buena conectividad
Las grandes ciudades de interior cuentan con ventajas logísticas decisivas: aeropuertos internacionales que conectan con los principales mercados emisores, estaciones de tren de alta velocidad que facilitan escapadas cortas y redes de transporte urbano eficientes.
Esto no solo incrementa el flujo de visitantes, sino que facilita su desplazamiento interno, permitiendo combinar visitas culturales con experiencias de compra en distintos puntos de la ciudad. La conectividad también favorece la captación de turistas que no pernoctan, como los que realizan viajes de negocios y aprovechan unas horas libres para hacer compras antes de regresar a su destino.
Oportunidades
Integrar las compras en paquetes turísticos culturales, gastronómicos y de ocio nocturno
Las grandes ciudades pueden potenciar el turismo de compras mediante la integración de esta actividad en itinerarios que incluyan visitas a museos, espectáculos, rutas gastronómicas y experiencias nocturnas. Por ejemplo, un paquete turístico podría combinar la entrada a una exposición temporal con una cena en un restaurante de alta cocina y una visita guiada a un distrito comercial emblemático. Este enfoque no solo diversifica el gasto, sino que enriquece la experiencia global del visitante.
Crear zonas “Tax Free” más ágiles para el turista extracomunitario
La devolución de impuestos a turistas extracomunitarios es un incentivo claro para el consumo, pero su éxito depende de la rapidez y simplicidad del proceso. Implantar puntos de gestión “tax free” en aeropuertos, estaciones de tren y zonas comerciales clave puede aumentar la satisfacción y el gasto medio. Además, la señalización y comunicación en varios idiomas, junto con personal formado en este servicio, ayuda a que el visitante perciba el destino como más cómodo y eficiente.
Potenciar la digitalización de la experiencia de compra
La incorporación de herramientas tecnológicas como la realidad aumentada, probadores virtuales, traducción instantánea y sistemas de pago sin contacto puede mejorar la experiencia de compra y agilizar el proceso. Además, las aplicaciones móviles con geolocalización, recomendaciones personalizadas y promociones exclusivas pueden guiar al visitante por las áreas comerciales y aumentar la fidelización.
En un entorno donde el comercio electrónico crece, la experiencia física debe ofrecer un valor añadido que combine comodidad, interacción y personalización.
Desafíos
Competencia creciente de plataformas de e-commerce
El auge del comercio electrónico supone un reto para el comercio físico en las grandes ciudades. Muchos turistas comparan precios en tiempo real y, si encuentran diferencias significativas, pueden optar por comprar en línea tras su viaje. Para contrarrestar esta tendencia, las tiendas deben ofrecer beneficios exclusivos para la compra presencial, como ediciones limitadas, experiencias personalizadas, descuentos especiales para turistas o la posibilidad de llevarse el producto de inmediato.
Necesidad de reforzar la diferenciación del comercio local frente a cadenas globales
La presencia masiva de marcas internacionales en las grandes urbes puede homogeneizar la oferta y restar atractivo diferencial al destino. Es fundamental impulsar el comercio local y de autor, destacando productos con identidad cultural y diseño propio. Las campañas de promoción que vinculen el producto con la historia, tradición o artesanía de la ciudad pueden convertir una compra en un recuerdo único.
Mejorar la experiencia post-compra
El servicio no termina en el momento de pagar. Ofrecer envíos internacionales para artículos voluminosos, empaques adaptados para transporte en avión, garantías extendidas y servicio posventa multilingüe puede marcar la diferencia en la satisfacción del cliente. Estas facilidades no solo incrementan la probabilidad de compra, sino que refuerzan la reputación del destino como lugar cómodo y seguro para realizar compras.
4. El turismo de compras en áreas rurales: un motor de identidad cultural y desarrollo sostenible
Características y situación actual
El turismo de compras en áreas rurales, aunque más reducido en volumen que en las grandes ciudades, tiene un valor estratégico muy alto para el territorio. Su fortaleza radica en la autenticidad, la identidad cultural y la sostenibilidad económica que genera. En este contexto, las compras dejan de ser un mero acto de consumo para convertirse en una experiencia vinculada a la historia, las tradiciones y el paisaje del lugar. El visitante no solo adquiere un producto, sino que se lleva un pedazo tangible de la cultura local.
Este segmento está profundamente ligado a otras modalidades turísticas como el turismo rural, el enogastronómico, el artesanal y el de naturaleza. La visita a un taller de cerámica, una bodega o un mercado agrícola no solo estimula el gasto directo, sino que también fortalece el vínculo emocional del viajero con el destino.
Oferta basada en producción local
La base del turismo de compras en áreas rurales es la producción local auténtica, que refleja la identidad del territorio. Esto incluye artesanía tradicional, productos agroalimentarios de calidad (vinos con denominación de origen, aceites de oliva virgen extra, quesos artesanales, embutidos curados), textiles elaborados con técnicas ancestrales y manifestaciones de arte popular. La singularidad de estos bienes radica en que son inseparables de su contexto: un queso no sabe igual fuera de la montaña donde se produce, y una jarra de barro no tiene el mismo valor fuera del taller familiar donde fue modelada. Esta conexión directa entre producto y lugar es un factor decisivo para el turista que busca autenticidad.
Carácter experiencial
En las zonas rurales, la compra no suele ser un acto rápido y anónimo. Muy al contrario, el visitante puede participar en talleres, aprender técnicas de producción, conversar con artesanos y productores, o visitar bodegas, almazaras y huertos. Este carácter experiencial convierte la adquisición de un producto en un recuerdo emocional y en una historia que el turista llevará consigo. Además, este contacto personal refuerza la percepción de autenticidad y añade valor simbólico al bien adquirido, lo que se traduce en una mayor disposición a pagar por él.
Impacto en la economía local
En un contexto rural, el gasto turístico tiene un impacto directo y más equitativo que en entornos urbanos. Cada compra beneficia de forma inmediata a pequeños productores, cooperativas, talleres artesanales y comercios familiares. Este flujo económico contribuye a fijar población en el territorio, mantener oficios tradicionales y promover prácticas agrícolas y artesanales sostenibles. Además, muchas veces el turismo de compras se combina con consumo en restaurantes locales, pernoctaciones y visitas culturales, multiplicando el efecto positivo.
Oportunidades
Desarrollar marcas de calidad territorial
Crear sellos de calidad que garanticen autenticidad y origen es esencial para dar confianza al turista y diferenciar el producto local frente a imitaciones o producciones industriales. Estas marcas pueden certificarse a nivel regional, nacional o europeo (por ejemplo, Denominación de Origen Protegida o Indicación Geográfica Protegida) y deben ir acompañadas de una narrativa clara que vincule el producto con su entorno natural, cultural e histórico. Un aceite de oliva con sello de la comarca o un vino con denominación reconocida no solo es un alimento, sino un embajador del territorio.
Promocionar mercados y ferias periódicas con identidad propia
Las ferias y mercados rurales son espacios donde la identidad cultural se vive de forma colectiva. Promocionarlos en calendarios turísticos nacionales e internacionales puede atraer visitantes que buscan experiencias auténticas. Ejemplos exitosos incluyen ferias medievales, mercados de productores, fiestas de la vendimia o ferias gastronómicas estacionales. Estos eventos no solo generan ventas directas, sino que también actúan como escaparates de la oferta local y fomentan el turismo de repetición.
Usar el comercio como vehículo para contar la historia y tradiciones del territorio
Cada producto tiene detrás una historia que puede y debe ser contada. Incorporar elementos narrativos en el proceso de venta —ya sea mediante la atención personalizada, folletos, cartelería o experiencias guiadas— ayuda a que el visitante comprenda el valor cultural del bien. Por ejemplo, explicar cómo una técnica de tejido se ha transmitido durante generaciones o cómo la geografía del lugar influye en el sabor de un vino convierte la compra en un acto cargado de significado.
Desafíos
Falta de infraestructura comercial moderna o servicios de pago adaptados
Uno de los obstáculos recurrentes en el turismo de compras rural es la carencia de infraestructura comercial moderna. Algunos establecimientos carecen de terminales de pago que acepten tarjetas internacionales o sistemas de cobro digital, lo que limita las ventas, especialmente con visitantes que no usan efectivo. La mejora de la conectividad digital y la formación en herramientas de venta online podrían mitigar este problema.
Dificultades logísticas para el transporte de productos y envíos internacionales
Muchos productos rurales —botellas de vino, piezas de cerámica, quesos curados— son frágiles o voluminosos, lo que dificulta su transporte por parte del turista. La falta de servicios de envío internacional desde el propio punto de venta puede frenar compras de mayor valor. Implementar soluciones logísticas, acuerdos con empresas de mensajería o embalajes seguros adaptados al transporte aéreo podría incrementar notablemente las ventas.
Escasa promoción en canales turísticos internacionales
La oferta comercial rural a menudo tiene poca visibilidad en mercados emisores. La ausencia de estrategias de marketing digital, presencia en ferias internacionales o colaboración con operadores turísticos limita el alcance. Para atraer al turista que busca productos con identidad cultural, es esencial estar presente en plataformas de viaje, redes sociales y publicaciones especializadas en turismo experiencial y sostenible.
La identidad cultural como motor de atracción
En el turismo rural, la identidad cultural no es un valor añadido: es la razón de ser de la experiencia. El visitante busca objetos y alimentos que sean testimonio tangible del lugar que visita. Un mantel bordado con motivos tradicionales, una figura tallada en madera local o un tarro de miel producido en colmenas autóctonas no son solo compras; son fragmentos de un territorio que el viajero incorpora a su vida.
Esta búsqueda de autenticidad responde a una tendencia global: los turistas, especialmente los de mercados maduros, están cada vez más interesados en consumir de forma consciente y en apoyar economías locales. Quieren saber quién ha elaborado el producto, cómo se ha hecho y qué relación tiene con el entorno. Esto convierte al comercio rural en una herramienta clave no solo para generar ingresos, sino para preservar el patrimonio cultural inmaterial.
5. Aspectos clave a considerar para el desarrollo del turismo de compras
Independientemente del entorno —ya sea una ciudad costera, una gran urbe de interior o una zona rural—, el desarrollo del turismo de compras requiere una estrategia coordinada que contemple aspectos económicos, culturales, tecnológicos, logísticos y de marketing. El objetivo no es solo aumentar las ventas, sino integrar las compras como un componente esencial de la experiencia turística, capaz de generar valor para el visitante y beneficios sostenibles para el destino.
Por todo lo expuesto, el equipo participante propone el desarrollar los siguientes aspectos, los cuales se consideran los más relevantes:
a) Conocimiento del perfil del visitante
La segmentación por nacionalidad, edad, motivaciones y poder adquisitivo es el punto de partida para diseñar una oferta adecuada. Un destino que recibe un gran volumen de turistas asiáticos, por ejemplo, debe contemplar la demanda de productos de lujo, electrónica y marcas internacionales, así como servicios de empaquetado de alta calidad y envíos internacionales. En cambio, los visitantes del norte de Europa tienden a valorar más los souvenirs artesanales, la gastronomía local y las experiencias vinculadas a la producción de bienes, como catas de vino o talleres de cerámica.
El conocimiento del cliente implica recopilar y analizar datos sobre su comportamiento de compra, sus preferencias horarias, sus medios de pago preferidos y su sensibilidad a las promociones.
b) Integración en la experiencia turística global
Las compras deben presentarse como una parte natural del “relato” del destino, no como una actividad aislada. Esto implica conectar rutas comerciales con el patrimonio cultural, la gastronomía, los eventos y los espacios naturales. Por ejemplo, un recorrido turístico puede combinar la visita a un monumento emblemático, un almuerzo en un restaurante de cocina local y una parada en un mercado tradicional o en un distrito de boutiques. De este modo, la experiencia de compra se percibe como parte del viaje, lo que aumenta el valor percibido y la satisfacción del visitante.
c) Formación y atención al cliente multilingüe
La capacidad de comunicarse en varios idiomas no solo mejora la experiencia de compra, sino que transmite hospitalidad y profesionalismo. Es importante que el personal de ventas reciba formación en idiomas clave según los mercados emisores predominantes, así como en aspectos culturales que influyen en el proceso de compra. Por ejemplo, entender que en algunas culturas el regateo es habitual o que el embalaje y la presentación del producto son parte fundamental del valor percibido puede marcar la diferencia entre una venta y una oportunidad perdida.
d) Uso de la tecnología
La digitalización de la experiencia de compra es un factor diferenciador en un mercado global competitivo. Aplicaciones móviles que guíen al visitante por las zonas comerciales, herramientas de realidad aumentada para probar productos virtualmente, sistemas de pago sin contacto y códigos QR para obtener información de los artículos en varios idiomas son cada vez más habituales. También es importante aprovechar las plataformas digitales para ofrecer promociones personalizadas en función de la geolocalización del turista o sus intereses declarados. La tecnología no sustituye la experiencia física, pero la complementa y la hace más fluida.
e) Facilidades fiscales y aduaneras
El sistema de devolución del IVA (Tax Free) es un incentivo muy valorado por turistas extracomunitarios. Sin embargo, su efectividad depende de que sea ágil y sencillo. Integrar puntos de gestión Tax Free en las principales zonas comerciales, estaciones y aeropuertos, así como digitalizar el proceso, puede incrementar el gasto medio. La comunicación sobre esta ventaja debe ser clara y visible, para que el visitante la conozca antes de finalizar sus compras.
f) Eventos y campañas específicas
La organización de eventos como semanas de compras, festivales de moda, ferias gastronómicas o “noches de compras” ayuda a dinamizar la actividad comercial y a atraer visitantes en temporadas bajas. Estos eventos, si se planifican de forma coordinada con hoteles, restaurantes y operadores turísticos, pueden convertirse en auténticos motores de atracción. La clave está en crear un calendario estable que permita a los visitantes planificar su viaje en torno a estas actividades.
g) Promoción internacional segmentada
La promoción del turismo de compras debe adaptarse a cada mercado emisor, destacando los elementos que más atraen a sus visitantes. Esto implica campañas de publicidad digital en idiomas específicos, colaboraciones con influencers y medios especializados, y presencia en ferias internacionales de turismo. Las campañas conjuntas entre comercios, asociaciones empresariales y entidades turísticas permiten optimizar recursos y proyectar una imagen coherente y atractiva del destino.
h) Sostenibilidad y responsabilidad social
El turismo de compras puede ser un motor para preservar oficios tradicionales y fomentar la producción local sostenible, siempre que se garantice la trazabilidad y el respeto por el medio ambiente. Los turistas, especialmente en mercados maduros, valoran cada vez más saber que su compra contribuye al bienestar de la comunidad local y no perjudica al entorno. Incorporar información sobre el origen de los productos, sus procesos de fabricación y el impacto positivo de su compra puede ser un elemento de diferenciación clave.
i) Conectividad y logística
Facilitar el acceso a las zonas comerciales es esencial. Esto incluye no solo la mejora de las infraestructuras de transporte público y privado, sino también la señalización clara y multilingüe que guíe al visitante. La logística también es un aspecto crítico: ofrecer servicios de envío internacional, embalajes seguros para transporte aéreo y soluciones para productos voluminosos o frágiles incrementa la disposición de compra, especialmente entre turistas que viajan con equipaje limitado.
j) Seguridad y confort del visitante
Un entorno seguro es una condición indispensable para el turismo de compras. Esto implica vigilancia visible, iluminación adecuada y control del tráfico peatonal en zonas de alta afluencia. Además, contar con áreas de descanso, aseos públicos, puntos de información turística y accesibilidad universal mejora la experiencia y prolonga el tiempo de permanencia del visitante en la zona comercial, lo que a su vez incrementa las oportunidades de venta.
k) La identidad cultural como eje transversal
Aunque cada uno de los puntos anteriores es clave, la identidad cultural debe estar presente en todas las estrategias. El visitante busca productos y experiencias que no pueda encontrar en su lugar de origen. Esto significa que la oferta debe incorporar elementos propios del territorio, ya sea en el diseño, en la historia del producto o en la interacción con el comerciante. La autenticidad no solo aumenta el valor percibido, sino que fortalece la conexión emocional del visitante con el destino, incentivando la recomendación y la repetición.
En conjunto, estos elementos conforman un marco estratégico integral que permite al turismo de compras desarrollarse no solo de manera competitiva, sino también con un enfoque sostenible y plenamente alineado con la identidad cultural, social y económica del destino. Este marco reconoce que las compras turísticas no son un elemento aislado, sino una parte esencial de la experiencia global del viajero, capaz de influir en su percepción del lugar, en su nivel de satisfacción y en su intención de regresar.
Para que este desarrollo sea sólido y duradero, es imprescindible una coordinación eficaz entre el sector privado —comercios, centros comerciales, asociaciones empresariales, artesanos y productores locales— y el sector público —administraciones municipales, regionales y organismos nacionales de turismo—. A ello se suma el papel de otros agentes clave como cámaras de comercio, operadores turísticos, plataformas digitales y medios de comunicación especializados, que pueden amplificar el alcance de las estrategias.
Esta colaboración debe basarse en objetivos comunes y en la definición de planes de acción consensuados, que incluyan desde la mejora de infraestructuras y servicios hasta campañas de promoción internacional, pasando por la formación del personal y la preservación del patrimonio cultural. Solo así se conseguirá que las medidas propuestas tengan un impacto real y sostenible en el tiempo, fortaleciendo la competitividad del destino y asegurando beneficios tanto para los visitantes como para la comunidad local.
Finalmente, los alumnos participantes desean expresar su agradecimiento a Antonio Santos del Valle por su dedicación, liderazgo, conocimiento y dirección en el desarrollo de este trabajo. Su guía y compromiso han sido fundamentales para coordinar los esfuerzos del grupo, inspirar un enfoque profesional y motivar la participación de todos, contribuyendo de manera decisiva al resultado alcanzado.
Dirección:
Antonio Santos del Valle
Alumnos participantes:
Marta González López de Sanabria (España)
Carlos de María Torres (España)
Juan Carlos Hueso García (España)
Carlos Marquez (México)
Rosa Clara Avila Contreras (Colombia)
Arturo Bauer Solís (México)
Las ideas y opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente la posición oficial del Tourism and Society Think Tank ni comprometen en modo alguno a la Organización, y no deberán atribuirse al TSTT o a sus miembros.
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