Awilda de Jesús
Turismo inmobiliario en la República Dominicana: cuando el crecimiento turístico se transforma en estrategia patrimonial
Durante los últimos años, la República Dominicana ha consolidado una posición de liderazgo indiscutible dentro del Caribe en términos de llegada de turistas, inversión extranjera y desarrollo de infraestructuras vinculadas al turismo. Sin embargo, más allá de las cifras récord, existe una transformación más profunda que merece ser analizada: la evolución del país hacia un modelo de turismo inmobiliario estructural, donde el visitante deja de ser únicamente consumidor del destino para convertirse en inversor y, en muchos casos, en residente parcial.
Este fenómeno no es casual. Responde a una combinación de factores económicos, sociales y geopolíticos que sitúan a la República Dominicana como un territorio especialmente atractivo para el capital internacional en busca de estabilidad, diversificación patrimonial y retorno a medio y largo plazo.
Crecimiento turístico sostenido: un punto de partida, no un fin
Las cifras de 2025 confirman la fortaleza del sector turístico dominicano. Con más de seis millones de visitantes internacionales en el primer semestre del año y proyecciones que apuntan a cerrar el ejercicio cerca de los ocho millones de turistas, el país consolida una tendencia de crecimiento sostenido que va más allá de la recuperación postpandemia.
No obstante, el verdadero valor de estos datos no reside únicamente en el volumen de visitantes, sino en cómo este flujo turístico se traduce en decisiones de inversión. Un destino que crece de forma sostenida genera confianza, y la confianza es el primer requisito para que el capital internacional deje de ser coyuntural y pase a ser estructural.
Es en este punto donde el turismo inmobiliario adquiere relevancia estratégica.
Del turismo tradicional al inversor-residente
El turismo inmobiliario representa una evolución natural del turismo tradicional. El visitante que regresa, que prolonga sus estancias y que comienza a evaluar la compra de un activo inmobiliario está manifestando algo más que afinidad con el destino: está expresando confianza a largo plazo.
En la República Dominicana, este proceso se ha visto favorecido por un entorno jurídico que protege la inversión extranjera, por una economía relativamente estable dentro del contexto regional y por políticas públicas orientadas al desarrollo turístico. El resultado es un perfil de inversor que no busca únicamente rentabilidad inmediata, sino preservación de capital, diversificación geográfica y calidad de vida.
Este cambio de perfil tiene implicaciones profundas para el desarrollo territorial, el mercado inmobiliario y la planificación urbana del país.
Inversión extranjera y turismo inmobiliario: una relación directa
Los datos de inversión extranjera directa muestran que turismo e inmobiliario se encuentran entre los principales receptores de capital internacional en la República Dominicana. Esta convergencia no es fortuita: el crecimiento turístico crea demanda, y la demanda sostiene el valor de los activos inmobiliarios.
Sin embargo, no todos los proyectos ni todas las inversiones responden al mismo criterio. Existe una diferencia sustancial entre comprar un inmueble en un destino turístico y estructurar una inversión inmobiliaria dentro de una estrategia patrimonial.
Esta distinción, a menudo poco visible para el inversor extranjero, es uno de los factores que determina el éxito o el fracaso de una inversión a largo plazo.
El valor del criterio frente al entusiasmo
Uno de los mayores aciertos del modelo dominicano ha sido evolucionar hacia un concepto de destino como ecosistema. Zonas como Punta Cana, Cap Cana, La Romana, Las Terrenas o Samaná y Puerto Plata no se desarrollan únicamente como enclaves turísticos, sino como espacios donde conviven residencia, servicios, infraestructura y comunidad.
Desde mi experiencia profesional como asesora de inversiones inmobiliarias y gestora de patrimonios, y como CEO de PaisnatuRD, he podido observar que las decisiones más acertadas suelen ser aquellas que priorizan el criterio sobre la urgencia, y la estructura sobre la promesa de rentabilidad rápida.
El turismo inmobiliario exige una lectura más profunda del mercado: entender qué zonas tienen recorrido real, qué modelos de explotación son sostenibles y cómo se comporta el activo más allá del primer ciclo económico.
República Dominicana como ecosistema, no como producto
Uno de los mayores aciertos del modelo dominicano ha sido evolucionar hacia un concepto de destino como ecosistema. Zonas como Punta Cana, Cap Cana, La Romana, Las Terrenas o Samaná no se desarrollan únicamente como enclaves turísticos, sino como espacios donde conviven residencia, servicios, infraestructura y comunidad.
Este enfoque permite atraer un perfil de inversor más estable y menos especulativo, interesado en proyectos bien integrados en el entorno y con visión de largo plazo. Para el país, esto se traduce en mayor estabilidad económica; para el inversor, en activos más resilientes frente a ciclos económicos adversos.
Sostenibilidad y responsabilidad: el siguiente nivel
El futuro del turismo inmobiliario en la República Dominicana pasa necesariamente por la sostenibilidad. No solo desde una perspectiva medioambiental, sino también social y económica. La planificación territorial, la gestión responsable del suelo y la integración con las comunidades locales son elementos clave para preservar el atractivo del destino a largo plazo.
El reto no consiste únicamente en seguir atrayendo inversión, sino en atraer la inversión adecuada, aquella que aporte valor real y duradero tanto al inversor como al territorio.
Reflexión final
El turismo inmobiliario en la República Dominicana no debe entenderse como una moda ni como una extensión del turismo tradicional, sino como una herramienta estratégica de desarrollo y gestión patrimonial. Las cifras de crecimiento turístico y de inversión extranjera confirman el potencial del país, pero el verdadero diferencial reside en cómo se toman las decisiones de inversión.
En un contexto global marcado por la incertidumbre, los destinos que logren ofrecer estabilidad, criterio y visión de largo plazo serán los que consoliden relaciones duraderas con el capital internacional. La República Dominicana tiene las condiciones para hacerlo; el desafío está en seguir construyendo este modelo con responsabilidad, profesionalización y pensamiento estratégico.
Para más información: https://paisnaturd.com
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