Gustavo Riveiro D´Angelo
Cultura, proyecto turístico y evangelización
Gustavo Riveiro D´Angelo
Cultura, proyecto turístico y evangelización
Gustavo Riveiro D´Angelo
Dtor. del Dpto. de Pastoral del Turismo. Conferencia Episcopal Española
Gustavo Riveiro D´Angelo
Cultura, proyecto turístico y evangelización
Mi intención no es agotar estos temas tan vastos, ni tampoco presentar un panorama completo, ni sería capaz de hacerlo ante expertos en materia, solo trataré de compartir algunas reflexiones personales, que más bien en el mejor de los casos, serán como pinceladas acerca de esta necesaria sinergia pastoral.
Leyendo atentamente el programa de las Jornadas, tan bien articulado, quién tenga la fortuna de permanecer durante todo el desarrollo, podrá observar la composición de un mosaico bien integrado, rico y armónico. Me limitaré a hacer una breve mención a otros temas conexos, y que serán desarrollados profunda y detenidamente por los diferentes ponentes.
Al final, si me permiten quisiera compartir con ustedes una experiencia personal frente a la belleza que cuando no solo es admirada exteriormente, sino también comprendida, es decir cuando permitimos que ella entre en nosotros, puede convertirse en el disparador, a mi entender, transversal e integrador para que ella nos abra al Evangelio. La belleza puede despertar a la fe, también en la cultura de nuestro tiempo.
Entrando en los temas propuestos
Es evidente que los Bienes Culturales comportan un plus con respecto a la naturaleza misma salida de las divinas y perfectas manos del Creador, el hombre está llamado a colaborar y con su inteligencia, sensibilidad y creatividad perfecciona la obra de la creación y de esta manera mientras se realiza a sí mismo, proclama su dignidad cumpliendo uno de los primeros mandatos.
El viejo axioma latino y siempre válido “cultura súpera natura” tiene al mismo tiempo el sentido de algo ya realizado y al mismo tiempo de aquello que aún está por realizarse, una realidad iluminada y que aún debe ver la luz.
Salvo que comulguemos con los principios reduccionistas del llamado “ecologismo ideológico”, tan cargado de un cierto inmovilismo dramático, entenderemos la importancia y necesidad del quehacer humano, que es la base de la cultura en sentido completo.
Ese quehacer humano, creativo y creador, encuentra en la admiración y la observación los elementos necesarios desde los que surge y al mismo tiempo alcanza su cima.
Para poner un ejemplo: pienso que a nadie le cabrá la menor duda que la Pietá que se encuentra en la Basílica Vaticana, es infinitamente superior a aquel bloque de mármol escultórico, que Miguel Ángel fue a elegir personalmente a las cavas de los Alpes Apuanos, en los entornos de Carrara.
De ese bloque de 2 metros por 2 metros y medio, genialmente supo ir retirando todo el material sobrante y de él, hizo “emerger” la Pietá.
La Pietá en verdad, “no estaba dentro del bloque”, más bien estaba en el corazón, en la inteligencia, en el genio, en el alma de Miguel Ángel, todo aquello que fue la guía de sus manos. Como el mismo afirmó: “solo quito lo que sobra”.
El espléndido bloque de mármol escultoreo es naturaleza, la Pietá es cultura.
Los Bienes culturales, como nosotros los entendemos, y que son depositarios de una cierta relevancia social, expresan e identifican a un pueblo y a sus tradiciones, es claro que al referirnos a esto lo hacemos pensando en todo el amplio espectro de aquello que se reconoce transversalmente, como Patrimonio material o tangible y también de aquello que pertenece a la más amplia esfera, el llamado Patrimonio inmaterial.
Cuando hablamos de Bienes culturales, no reducimos nuestra lectura al magnifico contenido de los museos, bibliotecas, pinacotecas, pintura o escultura, literatura, etc. si bien todo ello forma parte importante e ineludible de la cultura, no la agotan, ni engloban todo el inmenso patrimonio cultural.
El Patrimonio cultural tiene un sentido bastante más amplio, de aquello que la UNESCO, considera como tal.
Es importante comprender hasta qué punto, … ellos, en su conjunto nos relatan y al mismo tiempo nos recuerdan quienes somos, cuáles son nuestras raíces, pero también nuestros gustos estéticos e intereses, nuestro estilo de vida e ideales o cuales aquellos que iluminaron el alma de los antiguos pobladores del mismo hábitat. Podemos afirmar sin temor que ellos expresan “el alma” de un pueblo.
La mayoría de ustedes están comprometidos, en el cuidado y la preservación de ése enorme Patrimonio, y no pocas veces lo hacen luchando por despertar un interés que pueda superar la apatía y el inmovilismo de ciertos estamentos.
A veces nuestra sociedad pareciera afectada de la patología del “auto-lesionismo”, esa actitud “cainista” expresada en la falta de sensibilidad con respecto al cuidado del conjunto del patrimonio, que expresa la riqueza inigualable de toda España en su conjunto, debilitan también la oferta turística y en cierta medida comprometen el mañana.
Piedad del Vaticano, obra de Miguel Ángel, 1498/9–1500, mármol.
Hemos padecido y padecemos actitudes auto-lesionistas, que nos dañan a todos y comprometen el futuro. Baste pensar en las amortizaciones o en la destrucción del patrimonio de 1936.
Estas Jornadas, son muy importantes, porque nos permiten proseguir juntos el camino, abrir puertas, acompañarnos, enriquecernos con las experiencias de los que ya dieron pasos, aprender también de los errores, aun aquellos hechos desde la buena voluntad.
El mundo del turismo, mueve cada año a 1300 millones de personas, de las cuales 300 millones lo hacen por motivaciones religiosas de distinto origen. Ello mismo nos está hablando de realidades enormes y complejas, nada fáciles imaginar y gestionar, pero donde lo único que no podemos permitirnos es estar ausentes, indiferentes y desarticulados.
Nuestro país es la mayor destinación vacacional y de ocio con cerca de 85 millones que cada año nos eligen para esos días sagrados del descanso, lo hacen atraídos por el sol, el buen clima, el talante abierto del pueblo español, nuestra cultura, arte, historia, nuestra fe y el patrimonio cultural que hoy nos reúne y que pone de manifiesto la riqueza de esa fe, creída y vivida de una manera única y singular, propia de España.
Esos más de 84 millones y medio de turistas que llegan cada año, dejan en España el equivalente al presupuesto de salud y educación juntos, ellos también nos permiten el estado de bienestar y dan trabajo a millones de españoles, y a otras personas llegadas a buscar aquí una vida mejor, pero también nos permiten curarnos, educarnos, abrir posibilidades, planificar el futuro, al mismo tiempo que les ofrecemos una riqueza material e inmaterial, propia de nuestro pueblo y de nuestra cultura.
Resulta evidente que el inmenso Patrimonio cultural de la Iglesia es de su propiedad y que compete a ella su custodia y preservación, pero al ser bienes de altísima relevancia e importancia para toda la sociedad, y que surgieron como expresión de ésa misma sociedad en su conjunto, ellos mismos expresan e identifican el alma de nuestro pueblo, y por ello a la hora de preservarlos, dada su altísima importancia para todo el cuerpo de la sociedad, no debiera recaer únicamente sobre las espaldas de la Iglesia institucional, el peso de dicha preservación, que en realidad beneficia y usufructúa toda la sociedad en su conjunto
No pocas veces el Estado y otras estructuras están muy atentas y prontas para poner normas y exigir, pero no muestran igual disponibilidad y prontitud para el sostenimiento, la restauración y la ayuda en una gestión, que en si misma debe estar al servicio de la comunidad. No pocas veces les encanta “vestirse con ropa ajena” y hacen grandes campañas publicitando la cultura local con imágenes y elementos pertenecientes al patrimonio cultural y religioso de la Iglesia, pero a la hora de integrarse en un proyecto integral de cuidado, promoción y salvaguarda, les cuesta encontrar recursos e iniciativas.
Como recita un antiguo dicho popular: “Del naranjo todos toman naranjada, pero al pobre naranjo, nada”.
Todo ello hace imprescindible, la participación activa, consciente y operante de la propia comunidad local no solo para lo mencionado, sino también para la construcción del proyecto turístico local, con el sentido de un verdadero plan estratégico con marca propia, y que permita no solo la puesta en valor del Patrimonio, de manera coordinada, sino también el cuidado del medio ambiente, el respeto hacia el modo de vida de la población, sus costumbres y cultura propia.
Si los habitantes de una ciudad se sienten invadidos y a merced de decisiones planificadas en lejanos escritorios, y que la llegada masiva e indiscriminada de turistas o peregrinos perturban gravemente la serenidad y paz de su vida cotidiana, no es algo extraño que se genere la llamada “turismo-fobia” o como lamentablemente se da está dando también en Santiago una cierta “peregrino-fobia”.
Al experimentar que han sido meros espectadores inconsultos de un proceso que genera stress social, que los reduce a producir y vender objetos y servicios para la demanda masiva, lejos de promover un desarrollo social armónico e integrador, produce el sentimiento contrario a la acogida cordial, que es el elemento central en cualquier proyecto turístico válido y sostenible: el encuentro armónico y fecundo entre los pueblos y las personas.
Por eso es importante que todos los actores o constructores de la sociedad, con un espíritu superador, deponiendo diferencias y en nombre del Bien Común sean capaces de sentarse a elaborar ese plan turístico-cultural-social estratégico, con marca propia, la cual garantiza su viabilidad operativa y su perdurabilidad, teniendo en cuanta primariamente a los vecinos y no solo al “profit”.
Por constructores de la sociedad entiendo que, partiendo desde 2 grandes “motores” como la Iglesia y las estructuras del Estado, es necesario que sean capaces de convocar a las fuerzas vivas: Instituciones, asociaciones intermedias, grupos de potencian opinión, educadores, gestores turísticos y culturales, personas preparadas de buena voluntad, etc. centrados en un proyecto de alto voltaje para la cultura local y para la misma población, que debe elaborarse y gestionarse desde la propia realidad del lugar. Esto puede ser un Santuario, ruinas con valor arqueológico, un convento, un museo, o el conjunto total de los bienes culturales propios.
Ej: La llegada o no de cruceros que invaden Venecia cada año, se decide lejos de Venecia, más percisamente en Mollorca. Las autoridades portuarias locales solo pueden autorizar o no el amarre, pero la cantidad y frecuencia se decide fuera de Venecia. A hoy, ya no quedan casi venecianos habitando la Laguna, por la ingestionable calidad de la vida cotidiana y con costos altísimos. Finalmente, Venecia después de muchos años está elaborando ese plan estratégico integral.
El tercer tema es el de la Evangelización, una realidad cumplida y siempre pendiente.
Existen muchas formas de concebir el camino necesario que promueva la Evangelización en nuestro tiempo. Y esto lejos de ser una dificultad debe ser acogido como un don y una gracia, siempre que se haga con espíritu de comunión participativa, es el Espíritu que sopla donde quiere…menos mal. Esto no debiera inquietarnos, sino darnos certeza y alegría, por la obra del Señor que sigue actuando. También el mundo del turismo es espacio propicio para sembrar el Evangelio. Como en la parábola del sembrador, la semilla se esparce a manos llenas, confiando en el Señor, que hace crecer y fructificar.
Cuando hablábamos de Patrimonio cultural y turismo, todo parece más o menos claro, pero ahora haremos entrar en escena un nuevo actor, que aparentemente descolocará las piezas precedentes bien organizadas, pero en realidad no, la evangelización es lo que articula y da sentido a la relación Patrimonio y proyecto turístico, que corren el riesgo de reducirse al tour por el tour y la conservacionismo restaurativo, como una pasión maravillosa pero trunca, si solo cuidara de la salud material de una obra, y el destino solo fuera la vitrina.
Ej: Una magnifica catedral, donde puedo poner un billete de ingreso, que más allá de prestar varias utilidades (como restauración, sostén, aportar tecnología y seguridad, producir material ilustrativo, etc) y donde la maquinaria organizativa funciona como un reloj, pareciera tener todo atado y bien atado…pero al entrar en escena la pregunta por la evangelización, se abre un nuevo capítulo con muchos interrogantes, ya que disponer de un Bien cultural y organizar empresarialmente su gestión, no significa que por ello se abra y articule un proceso evangelizador, que supone un paso más, necesario…y que de no darlo, simplemente “reduce” a bello museo colocado en un ámbito cultual, a todo aquello que fue creado y pensado para el culto, la adoración de Dios y la evangelización.
Mueve a risa, cuando “musealizan” catedrales, para luego pomposamente llamar a la gente a participar de “la visita cultural”. Me pregunto: ¿Hay miedo al primer anuncio? ¿Tememos hablar de los signos y símbolos cristianos presentes en el espacio sagrado y que explican, celebran y hacen presente la fe?
Resulta casi una ofensa a la “ortopraxis”, lo creado para el culto y la adoración de Dios, viene presentado como una casi neutra visita cultural
Para asumir esto, es ineludible preparar personas de manera integral, pero sobre las que me permito incluir algo más, que al menos pertenezcan de modo activo a la fe que el monumento celebra. No bastan buenos guías profesionalmente competentes, sino que ellos también sean verdaderos catequistas, sino sería mejor que explicaran el Coliseo romano o el monumento a Garibaldi.
Espero no ser mal interpretado, ni sacado de contexto o que se dé una intencionalidad que no tengo, por lo que diré: Me parecería tremendamente limitante que un guía católico por muy preparado que esté, me explique una sinagoga o una mezquita, su simbología, su misterio, “su mística”, su transmisión de valores y ascética propia de su fe, el espíritu de su oración y esperanza; si no se incluye esto, en el mejor de los casos, difícilmente superará la mera visita cultural o arqueológica, como me parece también igualmente limitante y reducido a lo meramente técnico, que el Transparente de la catedral de Toledo me lo explique quien no crea en la Eucaristía.
Santo Sepulcro. Jerusalén (Israel)
A veces, aún con buena intención se afirman cosas, que “desnaturalizan” o “desacralizan” el espacio visitado. Voy a poner 2 ejemplos vividos en primera persona.
a. Durante una peregrinación, en el Santo Sepulcro, un guía visiblemente de otro credo, le decía a un grupo enorme de Coreanos, señalando, “ahí, en ese lugar, los cristianos piensan o creen que resucitó Jesucristo”. La materialidad de las palabras solo afirma la verdad, en ese lugar los cristianos creemos que resucitó Jesucristo, pero la forma y la actitud no permiten pensar que el deseo fuera afirmarlo, sino más bien negarlo o ponerlo en duda, y ello, justamente en el lugar más sagrado para la fe cristiana.
b. En un sitio de Rutas del Románico, una profesora muy titulada explicaba con gran pericia técnica algunas iglesias del Románico palentino. Allí se explicaba la influencia neo platónica y otros elementos relevantes, para finalizar afirmando “todo ello, es para afirmar el elemento central de la fe cristiana: La resurrección del alma”. Sería oportuno que al pretender hablar con maestría de la fe cristiana, por lo menos antes se leyese el catecismo.
Aquí generalizo…para no utilizar directamente la expresión “evangelizar el mundo del turismo y la cultura” que suena como algo muy grande, …para ser un poco más modestos y realistas, podríamos proponerlo desde algún renglón más abajo, es decir comenzando desde la base necesaria que es: “despertar el hambre y la sed de Dios, presente en el corazón de cada hombre” , no bastarán “agentes culturales” que se limiten a explicar artística o culturalmente de manera impecable ésa catedral, se puede “leer la ficha técnica”, de una obra o de un edificio con una gran elegancia y elocuencia, sin que ello llegue a producir las 2 realidades absolutamente necesarias para ése paso más, el plus:
despertar al estupor, a la admiración y al asombro, inquietar la pasividad, sacar del auto-secuestro que nos infringimos en las pantallas digitales para alzar la mirada, para abrirnos a nuevas dimensiones,
y al mismo tiempo ayudar a la comprensión integral de una obra, desde una lectura integral, abrirla a los ojos de la inteligencia y del corazón.
Si me limito a explicar los mármoles, bronces, autores, arquitectos y artistas, solo habría entrado en la materialidad de la obra o del edificio, no habría sobrepasado el umbral, solo habría mención al soporte material, destinado a celebrar un Misterio, lo importante es el misterio creído y celebrado y que son la razón por la cual esos mármoles, bronces, piedras e imágenes están allí, y para lo cual trabajaron con su ingenio esos artistas, que no lo hicieron motivados únicamente por el mero placer estético, sino inspirados por realidades más altas y mejores.
Es necesarios trascender, entrar (ver y tocar con los sentidos) el alma de esa obra o de esa catedral.
Provocar y despertar la emoción estética, que es capaz de transfigurar a las personas y culturas, es el estupor positivo del asombro, que va abriendo las puertas del alma y nos coloca ante un camino por recorrer: la “via pulchritudinis”.
La tradición platónica sugiere que belleza, verdad y bien son palabras intercambiables, casi análogas.
De la misma manera que la palabra "bonito" en español significa bello, pero tiene la misma raíz que "bueno", en griego la palabra kalhós (donde bueno y bello se entrecruzan,) tiene ésta doble connotación. Cuando Jesús afirma “Yo Soy el Buen Pastor” está afirmando que es el “Buen y bello Pastor” en quien reside toda la Belleza y Bondad de Dios. La misma palabra hebrea que se usa en el Génesis, cuando se dice "y vio que era bueno", es “tov”, que también puede traducirse como "bello", “ y vió que era bueno y vió que era bello”
La estética y la ética estarán siempre ligadas, pero también la belleza tendrá un estrecho parentesco con la sabiduría, siguiendo a Platón: "la belleza es el esplendor de la verdad" aquella plenitud de la verdad, la verdad toda entera, a la cual nos guiará el Espíritu Santo enviado desde el Padre.
Es claro que en la fe cristiana el “splendor veritatis” no es una obra artística hecha por manos humanas y en la cuál puede intuirse la belleza infinita de Dios, el esplendor de la verdad es una Persona: Jesucristo, y a la que toda la obra artística de la Iglesia intenta celebrar y explicar: ingenio y manos humanas que producen Bien y Belleza, como tímido reflejo de Aquel que lo es, en verdad y plenitud, y aquí podemos colocar el punto de encuentro, de interacción entre el Patrimonio cultural, el proyecto turístico y la evangelización.
Para finalizar, voy a citar al gran maestro Federico Fellini, Él dice algo que no comparto del todo, cito textualmente: “Cuando algo te conmueve…no necesita explicaciones, cuando algo te es indiferente…ninguna explicación te conmoverá”
¿Porque no puedo compartir lo que dice Fellini? …porque la conmoción es el primer paso necesario ante el estupor de la belleza…pero no el único, ni el último. La simple “conmoción” estética no puede agotar la experiencia en un solo movimiento emocional. Hay más, hay mucho más, sobre todo cuando hablemos de Patrimonio cultural trascendente, hablamos de las cosas que nos llevan a Dios, que nos ayudan a encontrarlo, que nos allanan los senderos.
Para esto quiero compartir con ustedes una obra de Sandro Botticelli que se encuentra en la Galleria degli Uffizi en Florencia.
Es claro que no es mi deseo estigmatizar a los generosos guías de los museos, pero vamos a hacer como si yo fuera un guía del museo al uso que da mucha información preciosa pero solo técnica, pero que en este caso no superará la simple ficha técnica y ustedes un grupo en la Galleria degli Uffizi.
"La calumnia de Apeles". Sandro Botticelli (1495)
He elegido un cuadro que pasa desapercibido al gran público y aparentemente no-religioso, ya que esta colocado entre las grandes obras del maestro y que se llevan toda la atención.
La obra, fue realizada en 1495, es tempera o temple sobre madera y mide 0,61 x 0, 91 cms, es un cuadro relativamente pequeño.
Es la última obra arqueológica de Botticelli, que se llamaba Alessandro Botticelli di Mariano Filipei.
Vemos una gran intensidad de colores y de luz natural.
Es una escena alegórica, colocada en un fondo arquitectónico clásico, con alusiones mitológicas y del A.T. Toso ello muestra el interés del autor por la antigüedad, que otorga mayor dramatismo a la obra.
Se llama “La Calumnia de Apeles”, y se inspira en la obra de Luciano de Somósata titulada “Acerca de la calumnia”, que menciona León Battista Alberti.
En la hornacina central está en rey David, al mas puro estilo Donatello, hecha 50 años antes.
También están presentes otros personajes importantes para la fe cristiana como San Pablo y San Jorge.
El rey David, Pablo de Tarso y el oficial romano S. Jorge, y otras figuras, en algún momento de sus vidas fueron “tocados” por la calumnia.
Aparecen algunas escenas mitológicas: Apolo y Dafne, Heracles y Licas, ellos de una manera u otra, también calumniados.
Hay 10 figuras, y se lee de derecha a izquierda.
La escena se abre al exterior, donde aparece un cielo azul y un mar verdoso, que marca la línea del horizonte.
Galería Uffizi. Florencia. Italia
¿Les gustó la explicación del cuadro?
En realidad, no explicamos ni comprendimos la obra, solo la ilustramos con datos técnicos, artísticos e históricos.
Se los cuento, basado en la interpretación que hace el Prof. Palomino:
En primer lugar, está el rey Midas, que está allí en su trono sobre un podio, porque se dispone a Juzgar, es decir a administrar justicia.
El rey Midas, después de renunciar a su deseo de convertir en oro cuanto tocase, fue condenado a tener orejas de burro, y está colocado allí, porque lo que se fundamente en una calumnia nunca podrá ser justo, ni alcanzar la verdad, al mismo tiempo él es un mal juez, porque incapaz de comprender y discernir, sus orejas de burro lo ponen en evidencia.
Está rodeado por dos figuras femeninas seductoras que se le echan encima para frotarle las orejas de burro, y susurrarle al oido: ellas son la sospecha y la ignorancia, las dos columnas que sostienen toda calumnia.
El rey Midas, representa a quienes, sospechando e ignorando, juzgan, y por eso sus orejas son las de un burro, porque quien sospecha y desconoce, será siempre incapaz de alcanzar la verdad, ni a la justicia, le falta el requisito sine qua non para ello: la ecuanimidad.
El rey tiende la mano hacia adelante señalando una figura recubierta con una especie de hábitos monásticos, pero que están desgarrados…representa al odio y la Envidia, que se esconden detrás de ropajes y excusas aparentemente “sanctas”, pero su habito destrozado indica que a poco andar sus verdaderas intenciones serán desveladas. El odio y la envida desafían al juez tendiendo su mano hacia el rey para exigir justicia, al tiempo que toca a una de las consejeras del rey: la sospecha, y con su mano derecha amarra fuertemente a la joven y seductora protagonista: la Calumnia.
La Calumnia que da nombre al cuadro, es joven…porque la fuerza de toda calumnia reside en contar la novedad, dejar pasmado al otro con el relato…una calumnia vieja o conocida, es algo que carece de importancia, la calumnia es seductora, ya que quien la relata y difunde la novedad, hace que quien lo escucha, se vea seducido.
Ella, la calumnia “es embellecida”, por la hipocrecía y la maldad, que la peinan, la adornan colocando en sus cabellos una cinta blanca, de aparente pureza. La están “adornando”, una calumnia que no bien alineada como una ensalada, tiene poco recorrido.
Los ropajes de la joven que representa a la calumnia son similares a los que se ponen en la iconografía mariana, porque quien quien se hace portador de la calumnia debe mostrarse puro y escandalizado por lo que transmite, pero serán solo ropajes de ficción.
Lleva en una mano una antorcha que tiene fuego, pero no ilumina, como la calumnia que tiene fuerza y energía, pero que no aporta luz.
Con su mano derecha arrastra por los suelos, cogido por el pelo, a un joven desnudo con apenas cubiertas sus vergüenzas y que colocando su esperanza en lo alto, suplica piedad, que la verdad sea revelada.
A la izquierda, una anciana, con ropajes pesados y tenebrosos representa la compunción, o sea el arrepentimiento del calumniador, que vuelve su mirada atrás en busca de la verdad.
Esta mujer pura y sin ropas, representa a la verdad, esta desnuda, solo se cubre con sus cabellos y una de sus manos, alza su mano derecha y su mirada, ya que solo el cielo podrá restituir la inocencia y restablecer la verdad al calumniado.
Es de notar que todos los personajes del cuadro están descalzos, indicando el riesgo transversal de padecer la calumnia como, de la cual nadie está exento.
Todo sucede en una escena, luminosa y abierta, ya que la calumnia las más de las veces se propaga a la luz del sol, no necesita ampararse en la oscuridad de las tinieblas.
El tema es tomado de un hecho histórico y que es la acusación por envidia que el pintor Antófilos hace contra su colega el pintor Apeles. Lo acusa de ser el cabecilla de una revuelta contra Ptolomeo IV, a causa de ello es encarcelado y solo obtiene la libertad, cuando el verdadero líder de la revuelta se entrega y queda manifiesta la inocencia de Apeles.
El Rey Ptolomeo, lo rehabilitó, y para hacer justicia y erradicar la calumnia, condena a Antófilos, acusador de Apeles, a pasar el resto de su vida como su esclavo.
¿Por qué elegí un cuadro aparentemente no religioso y que se encuentra en un museo y no una imagen sacra, que se encuentre en una catedral?
Justamente por el desarrollo del tema que venimos tratando, porque la interpretación juega un papel determinante entre la obra y quien la admira, en época y el mensaje, aún las abstractas contienen mensaje. Y nunca es un mensaje sin contenido, nunca es neutro, y volviendo al comienzo de esta reflexión fraterna, la Belleza es hoy, como ayer una de las autopistas privilegiadas que nos conducen a Dios, a su búsqueda, a caminar a su encuentro.
La obra titánica de salvar, cuidar y preservar, los Bienes culturales recibidos, quedaría trunca, se empobrecería, si nos limitásemos a ser ¨los que conservan y aseguran a las próximas generaciones” un tesoro artístico de incalculable valor y hermosura, ya que, si no logramos que ese tesoro sea leído en clave de fe, que nos abra la “Porta fidei” que nos haga encontrar con Jesús, habremos hecho algo valiosísimo en sí mismo, pero que quedará a media utilidad.
El gran Antoni Gaudí, afirmaba que “el templo debe inspirar el sentimiento de la divinidad” y una obra bella…también.
Sin temor, podríamos decir que a una iglesia se la puede reducirse a la mera función de un museo y que al mismo tiempo un museo puede convertirse en la “tienda del encuentro”, “cuando se ayuda e inquieta” al visitante de modo que pueda abrirse a la dimensión divina o al menos lo sacudan la apatía.
Cuando alguien ante la belleza, se inquieta, se emociona, se siente elevado, está haciendo una experiencia espiritual de la cual no saldrá igual.
Entiendo todo esto como lugar de anuncio mas directo o mas amplio, pero anuncio del Evangelio.
Si a la cultura, al proyecto turístico y a la evangelización no los unimos, no los ponemos a trabajar juntos, difícilmente podremos hacer mucho camino.
La evangelización requiere personas capacitadas de verdad que puedan poner el maravilloso patrimonio cultural, del que somos depositarios al servicio activo de la nueva evangelización, que en el turismo encuentra un público ideal.
Autor: Gustavo Riveiro D´Angelo
Dtor. del Dpto. de Pastoral del Turismo. Conferencia Episcopal Española
Conferencia presentada en la XL Jornadas Nacionales de Patrimonio Cultural de la Iglesia.
Conferencia Episcopal Española . Museo Diocesano de Barbastro, 27 de junio de 2022
Las ideas y opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente la posición oficial del Tourism and Society Think Tank ni comprometen en modo alguno a la Organización, y no deberán atribuirse al TSTT o a sus miembros.
Este sitio utiliza cookies de Google para ofrecer sus servicios y analizar el tráfico. La información sobre su uso de este sitio se comparte con Google. Al utilizar este sitio, usted acepta el uso de cookies.