Kyo Ng
De Tokio a Londres: La hospitalidad japonesa en el extranjero
Kyo Ng
De Tokio a Londres: La hospitalidad japonesa en el extranjero
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De Tokio a Londres: La hospitalidad japonesa en el extranjero
Hay algo maravillosamente distinto en la hospitalidad japonesa. Es tranquila pero atenta, humilde pero profundamente considerada. Conocida como omotenashi, esta filosofía es el latido de la cultura japonesa. No se trata sólo de prestar un servicio, sino de anticiparse a las necesidades, crear comodidad y ofrecer a cada huésped una experiencia íntima e inolvidable. Cuando este espíritu viaja más allá de Japón y encuentra un hogar en ciudades como Londres, crea una fascinante mezcla de tradición y modernidad que habla directamente al alma del viajero y comensal de lujo de hoy.
En los últimos años, la escena culinaria londinense ha acogido esta filosofía con los brazos abiertos. Ha dejado de ser simplemente una ciudad de pubs y tés por la tarde para convertirse en una encrucijada cultural en la que se pueden saborear experiencias de alta gama de todo el mundo en un mismo lugar. Entre ellas, la gastronomía japonesa se ha hecho un hueco tan refinado como transformador.
Una de las mejores expresiones de la hospitalidad japonesa en el extranjero es el omakase de Londres. La palabra omakase significa literalmente «te lo dejo a ti», y capta la esencia misma de la confianza entre el comensal y el chef. No se trata del típico menú del día. Se trata de un viaje culinario elaborado en tiempo real por el chef, basado en lo que es fresco, estacional y profundamente inspirado. Cada plato es una sorpresa y cada bocado es el reflejo de décadas de formación, precisión y respeto por los ingredientes.
Lo que hace que la experiencia omakase sea tan poderosa es que invita al comensal a renunciar al control y simplemente disfrutar. Es una sensación poco frecuente, sobre todo en un mundo acelerado en el que las decisiones son constantes y la comodidad suele primar sobre la conexión. En una experiencia omakase, sin embargo, se anima al comensal a bajar el ritmo, observar el trabajo del chef y degustar una comida diseñada para captar no sólo su paladar, sino también sus emociones.
Aunque muchos siguen asociando el sushi con las bandejas de comida para llevar y los platos preparados a la hora de comer, existe una faceta totalmente distinta, elevada y profundamente artesanal. De hecho, algunos de los mejores sushis de Londres pueden rivalizar con los de los mostradores más respetados de Tokio. Desde el otoro cortado con maestría hasta el delicado nigiri hecho a mano con la cantidad justa de soja, estas creaciones no son sólo comida, son arte comestible. El pescado se transporta diariamente desde Japón o se adquiere a proveedores europeos de confianza, lo que garantiza que tanto la autenticidad como la calidad se mantengan al más alto nivel.
No es de extrañar que los restaurantes japoneses hayan empezado a ganar puestos en las listas y los premios. De hecho, varios locales que ofrecen experiencias omakase se han asegurado un puesto entre los 100 mejores restaurantes del Reino Unido, lo que demuestra que el apetito por la refinada cocina japonesa no sólo está creciendo, sino que está prosperando. Estos galardones no sólo tienen que ver con el sabor, sino también con la narración, el ambiente y la sensación que se queda el comensal al terminar el último plato.
Lo que distingue a la hospitalidad japonesa, sobre todo cuando se traslada a un entorno occidental, es su insistencia en la presencia. El personal está entrenado no sólo en la eficiencia, sino en la conciencia. Los vasos de agua se rellenan en silencio, los abrigos se devuelven calientes y cada interacción es educada, intencionada y agradable. La experiencia no es ruidosa ni jactanciosa. Es refinada, minimalista y fluida, casi como un espectáculo perfectamente ensayado para el que no te habías dado cuenta de que habías comprado entradas.
El servicio japonés se basa también en la inteligencia emocional. No se trata sólo de satisfacer las expectativas, sino de superarlas sutilmente sin llamar la atención sobre el esfuerzo que supone. Esto es lo que hace que comer en un establecimiento japonés sea tan diferente. No sólo te sirven, te cuidan.
Para quienes nunca tengan la oportunidad de visitar Japón, estos momentos de hospitalidad en el extranjero constituyen una valiosa ventana a la cultura. La precisión de los platos, la elegancia del entorno y la amabilidad del servicio se combinan para transportar a los comensales. Y para los que ya han estado en Japón, es una buena oportunidad de revivir la sensación, aunque sólo sea por unas horas.
A medida que el panorama gastronómico mundial sigue evolucionando y los comensales buscan experiencias que vayan más allá de la simple comida, la importancia de la hospitalidad genuina es cada vez más crucial. La gente quiere sentir algo. Quieren viajar a través del sabor, conectar a través de la cultura y que se les recuerde que las mejores comidas son algo más que lo que hay en el plato.
En Londres, esta visión sigue viva. Ya sea a través de un menú omakase servido en un mostrador suavemente iluminado, de un nigiri perfectamente prensado o de una amable reverencia del chef al marcharse, la hospitalidad japonesa ha encontrado un nuevo escenario, y es cautivadora.
Autor: Kyo Ng
Kyo Ng fue pastelero de TAKU, un restaurante Omakase de Mayfair, Londres, galardonado con una estrella Michelin. Ahora es jefe de cocina de Karuto Café, un café japonés de Hampstead. Kyo aporta a su trabajo un profundo aprecio por la técnica japonesa y los sabores de temporada, aprovechando su experiencia tanto en la alta cocina como en la cultura del café.
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