Martin Huber
Viajar en clave ejecutiva: lujo, experiencias únicas y sostenibilidad
Martin Huber
Viajar en clave ejecutiva: lujo, experiencias únicas y sostenibilidad
Martin Huber
Viajar en clave ejecutiva: lujo, experiencias únicas y sostenibilidad
En el universo del turismo de alta gama, los viajes de los ejecutivos y directivos de alto nivel están adquiriendo nuevas formas. Ya no se trata únicamente de moverse de una ciudad a otra por razones laborales o de asistir a congresos y foros internacionales. Hoy, viajar se ha convertido para muchos de ellos en una forma de expresión personal, de crecimiento profesional y también de recompensa merecida. En ese contexto, el segmento del turismo de lujo adaptado a las exigencias del público ejecutivo no deja de evolucionar, integrando sofisticación, eficiencia, confort y un marcado interés por la sostenibilidad.
La tendencia se refleja claramente en el auge de destinos exclusivos y experiencias altamente personalizadas, pensadas para quienes no solo tienen alto poder adquisitivo, sino también poco tiempo y grandes expectativas. Las agencias especializadas en viajes de negocios con un enfoque premium confirman que el perfil del viajero ejecutivo está en plena transformación: busca cada vez más combinar el cumplimiento de sus obligaciones profesionales con momentos de relax, introspección o descubrimiento cultural, todo ello en entornos seguros, discretos y cuidadosamente seleccionados.
Ciudades como Dubái, Singapur, Ginebra o Nueva York siguen figurando en los primeros lugares del mapa ejecutivo, no solo por ser centros financieros y tecnológicos de primer nivel, sino también por ofrecer hoteles con servicios personalizados, restauración de vanguardia y entornos que facilitan tanto la productividad como la desconexión. La calidad del alojamiento es un punto crucial en estos desplazamientos. No es casualidad que los hoteles boutique y los establecimientos con un número limitado de habitaciones, pero con un estándar de lujo elevado, estén ganando terreno frente a las grandes cadenas. La atención al detalle, la privacidad y la capacidad de adaptarse a los hábitos y preferencias del cliente son diferenciales cada vez más valorados.
En ese marco, también destacan opciones más alejadas del bullicio urbano. Las Maldivas, Seychelles o ciertas zonas de la Toscana italiana o la Provenza francesa se consolidan como refugios temporales para quienes desean aislarse del ritmo vertiginoso de sus agendas y reconectar con el bienestar físico y mental. La tendencia del “bleisure” —viajes que combinan negocios y ocio— ha evolucionado hacia lo que algunos expertos ya denominan “executive retreating”: retiros personalizados donde se combinan actividades de networking de alto nivel con propuestas de descanso y desarrollo personal, como sesiones de mindfulness, experiencias gastronómicas privadas o rutas culturales temáticas.
En la planificación de estos viajes, los ejecutivos valoran especialmente la eficiencia. Eso implica que todo debe estar perfectamente coordinado: vuelos directos o en primera clase, traslados privados sin esperas, check-ins express, disponibilidad de salas de reuniones dentro del alojamiento, conexión de internet ultrarrápida y asistencia 24/7. Pero no basta con ofrecer comodidad; cada vez más, este público busca viajes con propósito, memorables, y que transmitan autenticidad. La superficialidad de lo exclusivamente ostentoso ha dado paso a un lujo más íntimo, vinculado a la calidad de la experiencia y no solo al precio o la exclusividad por sí misma.
La gastronomía juega un papel central en esta nueva forma de viajar. Los menús degustación elaborados por chefs con estrella Michelin, las cenas privadas en lugares históricos o con vistas privilegiadas, las catas de vinos o whiskies dirigidas por expertos internacionales o los maridajes diseñados por sumilleres de renombre son propuestas que cada vez se integran más en los itinerarios de los viajes ejecutivos. El lujo gastronómico no solo deleita, sino que también se ha convertido en una vía de socialización selecta, donde el intercambio de ideas y la construcción de relaciones se dan en contextos distendidos pero de altísimo nivel.
A ello se suma la importancia creciente de la sostenibilidad. Los ejecutivos más jóvenes, especialmente aquellos vinculados a industrias creativas, tecnológicas o comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, muestran una preocupación activa por la huella ecológica de sus desplazamientos. Eligen alojamientos con políticas medioambientales verificadas, minimizan los traslados innecesarios, optan por vehículos eléctricos o híbridos y priorizan experiencias que favorezcan el comercio local o la conservación del patrimonio natural y cultural de los destinos que visitan. Este enfoque más consciente no está reñido con el lujo; al contrario, lo redefine. El “lujo sostenible” ha dejado de ser una paradoja para convertirse en una exigencia y una tendencia que marcará el futuro del sector.
A nivel de oferta, el mercado se ha diversificado notablemente. Aparte de los paquetes a medida ofrecidos por agencias de lujo, también se ha incrementado la popularidad de las cajas regalo experienciales, que permiten regalar (o regalarse) estancias únicas y escapadas premium. Firmas como Smartbox, Wonderbox o La Vida es Bella han lanzado líneas específicas para viajeros exigentes. Por ejemplo, estancias en hoteles de cinco estrellas con spa, visitas privadas a bodegas con cata dirigida, fines de semana románticos en capitales europeas con todos los detalles incluidos o experiencias enológicas con maridaje gourmet. Estos productos permiten un acceso inmediato a propuestas de calidad con una logística simplificada, algo que muchos viajeros ejecutivos valoran enormemente.
El turismo de lujo para ejecutivos también está experimentando una digitalización silenciosa pero efectiva. No se trata tanto de grandes campañas en redes sociales, sino de plataformas privadas y canales de comunicación más directos, personalizados y seguros. Muchos viajes se gestionan hoy a través de asistentes virtuales especializados o de concierges digitales disponibles las 24 horas, que no solo resuelven cuestiones logísticas, sino que actúan como asesores de estilo de vida. Esta figura híbrida entre planificador de viajes, coach de bienestar y asesor de imagen se ha convertido en un aliado indispensable para muchos profesionales de alto nivel.
A medida que el mundo pospandémico redefine las prioridades y expectativas del viajero, el sector turístico está obligado a adaptarse con rapidez e inteligencia. Ya no basta con ofrecer comodidad y seguridad; hay que conectar emocionalmente con el cliente, entender sus valores, anticiparse a sus deseos y ofrecer algo que no pueda encontrar en un catálogo genérico. En ese terreno, los viajes ejecutivos de lujo representan no solo una oportunidad de negocio para hoteles, aerolíneas, operadores y agencias, sino también un laboratorio de tendencias que se acabarán imponiendo en el resto del sector turístico.
El ejecutivo que viaja en 2025 no lo hace únicamente por trabajo. Lo hace para descubrir, inspirarse, recargar energía, aprender de otras culturas, explorar su paladar y redefinir sus propios límites. Lo hace con un objetivo claro: convertir cada desplazamiento en una experiencia transformadora. El lujo, en ese sentido, ya no es algo que se mide en estrellas o metros cuadrados, sino en la calidad del recuerdo, la emoción que perdura y la historia que puede contar al volver.
Autor: Martin Huber
Periodista y consultor internacional en experiencias
Las ideas y opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente la posición oficial del Tourism and Society Think Tank ni comprometen en modo alguno a la Organización, y no deberán atribuirse al TSTT o a sus miembros.
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