Oscar Córdova Sánchez
La Fiesta de Todos los Santos en Bolivia
Oscar Córdova Sánchez
La Fiesta de Todos los Santos en Bolivia
Oscar Córdova Sánchez
La Fiesta de Todos los Santos en Bolivia
Cinco días antes del primero de noviembre, don Max Siñani, panadero desde hace 25 años, se prepara para realizar los pedidos de varias familias y vendedores con la meta de elaborar la mayor cantidad de figuras como las t´anta wawas (niños de pan), escaleras, soles, lunas, llamas y otras masitas, con el objetivo de dar la mejor presentación a las familias que comprarán y decidirán como armar su mesa (mast´aku) para recibir a sus difuntos cada año. Don Max, acostumbrado a estos pedidos anuales, comenta como es la necesidad de cada familia o municipio y los pedidos exclusivos que realiza, sus clientes conocen su talento y piden exclusivamente como deben ser las figuras puestas en la futura mesa, pero ¿Cuál es el origen de este movimiento que tiene una tradición tan amplia como variable desde hace siglos atrás?
La fiesta de Todos Santos se celebra desde el mediodía del 01 de noviembre y dura hasta el mediodía del 02 de noviembre donde se recibe, mediante mesas, ofrendas, rezos y una gran convivencia familiar, a los difuntos y, según el grado de importancia que tuvieron en vida, la mesa adquiere la dimensión de su trascendencia en vida, tal puede ser un escritor, intelectual, presidente o personaje público de antaño, en el cual los seguidores también se unen a la devoción que magnifica su imagen.
Pero cada ciudad, municipio y comunidad tienen una esencia que los distingue de las demás, basada en ceremonias que unen lo católico con las creencias del lugar y con el pensamiento popular. Por ejemplo, en el armado de las mesas (mast´aku), al estilo de un banquete, se adorna con un mantel negro para aquellos que fallecieron a una edad avanzada y un mantel blanco para aquellos que dejaron este mundo en una temprana etapa de su vida, dando a entender la pureza e inocencia que envolvía a su desarrollo incipiente en este mundo. Adornado con velas, flores, retamas; alimentos como frutas, bizcochuelos, refrescos, algún vaso de vino o de chicha u otro alimento de acuerdo con la tradición que la familia quiera dejar, ya que no hay un esquema especifico de alimentos que se deben colocar, simplemente se trata de llenar la mayor variedad de alimentos para dar bienvenida a aquellos seres que partieron, adjuntando un retrato suyo en la mesa; ciertamente las mesas pueden ser puestas para un grupo de familiares o solo para uno en especial.
Y aquí va lo más característico y homogéneo de esta tradición ya que en el caso de las famosas figuras realizadas, cada una representa algún detalle que une el paso entre la vida y la muerte, como, por ejemplo, las escaleras significan el descenso a nuestra tierra y retorno al mundo de los muertos, el sol y la luna para iluminar su camino en el otro mundo, siendo una medida necesaria de dar a resaltar que las almas que nos visitan cada año en esas fechas sean recibidas de la manera más cordial y respetuosa.
En nuestro medio la cultura en torno a la muerte y el otro mundo se da a resaltar con las plegarias, rezos y visitas de fieles seguidores o familias, esto se incrementa en varios cementerios donde, según la popularidad del difunto, la gente se congrega alrededor para pedirle salud, dinero y bienestar a cambio de traer la mayor cantidad de objetos para el armado de mesas. Este rito tiene una conexión primordial con los códigos eclesiásticos y la visión andina de ver la muerte, que, gracias a esa conjugación de rituales, incrementan la tradición y heredan las costumbres y supersticiones a sus descendientes. Un temor, en ciertas comunidades, es el incumplimiento a los rezos a algún difunto o, peor aún, que no se arme la tradicional mesa con el retrato de algún familiar; esto es un mal augurio, ya que al “no cumplir con el alma… llegue la mala suerte” como mencionaría el tradicionalista Antonio Paredes Candia.
Para el segundo día toca la despedida llena de rezos, alegría e interacción entre los visitantes, conviviendo y hablando de sus proyectos futuros, dando por finalizado el ritual de las mesas y despedir a sus difuntos con una venia de respeto, aguardando hasta el siguiente año el retorno de aquellos que fueron queridos en vida.
Hoy en día la tradición se mantiene vigente tratando de mantener regidas las costumbres, que, si bien algunos descendientes no cumplen a cabalidad el sagrado armado de las mesas y solamente dejar unos rezos, resisten la modernización actual; más aún, en estos tiempos también se está añadiendo dar santa devoción a mascotas quienes fallecieron, y colocando su retrato en la mesa, junto con otros seres queridos. Una medida polémica para algunos y positiva para otros, dependiendo de la creencia de ciertas familias y la importancia que dan al hecho.
La fiesta de Todos Santos en nuestro país contiene toda una gama de creencias, formas y dinámicas sociales para entablar la conversación por un momento con el difunto, aquel ser querido recordado por sus virtudes encontradas en este mundo y guiando a la familia desde el más allá, creando esa alianza permanente entre la religión y la creencia andina, tomando de cada un fragmento para acomodar a nuestros sentidos sociales y sacar provecho para mantener estable nuestra cultura social.
Autor: Oscar Córdova Sánchez
Consultor educativo
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