Mario Roberto Maldonado
El Ciclo Navideño en Guatemala: Tradiciones que iluminan el país cada año, del 7 de diciembre al 2 de febrero
Guatemala es un país, en el cual la tradición se vive en calles y avenidas, en el interior de cada Templo y en la calidez de cada hogar. Entre diciembre y febrero, el país se transforma en un escenario vibrante iluminado de tradiciones culturales y religiosas, danzas ancestrales y expresiones populares que entrelazan el sincretismo, a través de todos los sentidos.
Este periodo, conocido como el Ciclo Navideño guatemalteco, desde el 7 de diciembre con la tradicional Quema del Diablo y las celebraciones de la Inmaculada Concepción, las Posadas, la elaboración de Nacimientos tradicionales, la Festividad del Cristo Negro de Esquipulas, hasta el 2 de febrero, Día de la Virgen de Candelaria.
Es una época ideal para compartir con la familia y amigos; una época especial para viajeros y amantes de la cultura que buscan descubrir la diversidad y riqueza del patrimonio vivo en diferentes regiones del país. A continuación, me permito hacer un recorrido por algunas de las celebraciones más emblemáticas y sus localidades.
7 y 8 de diciembre: Inicia el ciclo festivo
En el municipio de Ciudad Vieja, Sacatepéquez, se desarrolla año con año, de notable forma, la Festividad a la Inmaculada Concepción, de procedencia muy antigua, esta celebración aglomera una gran cantidad de devotos y visitantes, desde un desfile de carrozas con escenas bíblicas dedicadas a María; la presentación de danzas tradicionales que, desde hace más de 4 siglos, han sido parte del repertorio festivo; la colorida quema de granadas (esferas llenas de cohetillos) frente al templo y la solemne procesión de la Imagen patronal, acompañada de música, rezos y tradición; hace que esta fiesta combine devoción, historia y un ambiente profundamente comunitario, festivo y multisensorial.
Cada 7 de diciembre, las calles de Antigua Guatemala se llenan de fuego purificador en la tradicional Quema del Diablo. Esta práctica, que simboliza dejar atrás lo negativo antes de iniciar el Adviento, ilumina plazas y barrios con hogueras y figuras alegóricas, dando espacio al día 8, día de la Inmaculada Concepción.
En Ciudad de Guatemala, se desarrollan varios cortejos procesionales de gran arraigo y tradición, siendo dos de los más importantes el Rezado de la Inmaculada Concepción del Templo de San Francisco y el Rezado de la Catedral, ambos son escenarios móviles de diversas expresiones culturales y artísticas en: altarería tradicional, arte de bordados, pólvora, sones y alabados, entre otros. Elementos visuales y sensoriales que hacen de esto días clásicos en Guatemala, un festín público en el que se consolida la cohesión social y el sentido de pertenencia local.
En comunidades de origen pocomchí aún se representa la danza ceremonial de la quema del “maus win”, que en idioma pocomchí significa “hombre malo”. Esta puesta en escena, cargada de simbolismo ancestral, expresa la lucha entre el bien y el mal, conectando a las nuevas generaciones con una de las manifestaciones más antiguas del ciclo festivo.
Entre las tradiciones navideñas más conocidas y extendidas se encuentra la Carrera o “Corrida” del Niño Dios, una muestra de religiosidad popular donde la imagen del Niño Jesús recorre calles y caminos, acompañado de rezos, música y coloridos atuendos.
Se celebra en múltiples localidades del país, cada una con su estilo propio: Santiago Atitlán y Sololá (cabecera); Santa María de Jesús, Sacatepéquez; Palín, Escuintla; Patzún, Patzicía, San Juan Comalapa y Santa Cruz Balam Ya’ en Chimaltenango; Rabinal, Baja Verapaz, donde además se presenta la tradicional Danza de Los Negritos, expresión reconocida a nivel local por su valor histórico.
Cada comunidad lleva la tradición a su propio ritmo, ya sea con cofradías mayas, rezadores, comparsas o música ancestral, convirtiendo la carrera en un atractivo turístico cultural de gran autenticidad.
Las festividades de la Virgen de Guadalupe ocupan un lugar muy especial en el corazón de los guatemaltecos. Cada 12 de diciembre, miles de familias acuden a templos dedicados a la advocación guadalupana para ofrecer flores, velas y oraciones. En la Ciudad de Guatemala, uno de los epicentros de la devoción es el Santuario de Guadalupe, donde desde temprano se congregan peregrinos vestidos con atuendos tradicionales, especialmente niños y niñas que representan a San Juan Diego y a la Virgen. La celebración se acompaña de sones, alabados, mariachis, rezos y procesiones cortas que llenan de música y color las calles cercanas. La fiesta combina fe, identidad y tradición, creando un ambiente festivo que atrae tanto a creyentes como a visitantes interesados en la religiosidad popular del país.
Una de las expresiones más visibles y queridas de la época navideña en Guatemala son las posadas, celebradas del 16 al 24 de diciembre. Inspiradas en la búsqueda de alojamiento de María y José antes del nacimiento del Niño Jesús, las posadas consisten en recorridos nocturnos por las calles, donde los participantes llevan faroles, velas o imágenes, cantando villancicos tradicionales. La comitiva toca de casa en casa entonando los versos de petición y respuesta, hasta que una familia anfitriona abre sus puertas para ofrecer el “posada”. Dentro del hogar se comparte ponche, tamales, galletas y dulces típicos, mientras los niños disfrutan de piñatas y juegos. Más allá del simbolismo religioso, las posadas fortalecen la convivencia comunitaria y la hospitalidad, valores profundamente arraigados en la cultura guatemalteca.
La elaboración de nacimientos tradicionales en los hogares es una costumbre que se transmite de generación en generación y que da identidad a diciembre en Guatemala. Desde finales de noviembre, las familias comienzan a reunir materiales como musgo, aserrín teñido, ramas de ciprés, paisajes pintados a mano como fondos, casitas de barro, luces y figuras de personajes bíblicos. Cada nacimiento es una obra creativa y única: algunos reproducen paisajes rurales guatemaltecos, con ríos de papel celofán y volcanes de cartón, mientras otros buscan la fidelidad histórica de Belén. Un elemento indispensable es el Niño Dios, cuya imagen suele colocarse el 24 de diciembre antes de la cena navideña o después de la Misa de Gallo. Armar el nacimiento no solo embellece el hogar; también es un momento de unión familiar, en el que niños, jóvenes y adultos aportan su entusiasmo y creatividad. En muchos hogares se acostumbra el rezo de la Novena para agradecer el pasado año y pedir por el nuevo año que inicia.
Estas tres tradiciones —la devoción guadalupana, las posadas y los nacimientos— conforman un paisaje cultural profundamente guatemalteco. Cada una, desde su expresión particular, contribuye a que el espíritu navideño se viva en comunidad, con alegría y con un fuerte sentido de identidad. Para quienes visitan Guatemala en esta época, participar o presenciar estas prácticas es una forma privilegiada de experimentar la riqueza viva del patrimonio intangible del país.
El 28 de diciembre, en Parramos, Chimaltenango celebra su fiesta patronal en honor a los Santos Inocentes, una festividad que combina elementos católicos con prácticas populares. El pueblo se llena de danzas, gastronomía local, juegos pirotécnicos y actividades comunitarias. Para los viajeros, es una oportunidad de convivir con un ambiente festivo que resalta el espíritu solidario y alegre de la región.
El 6 de enero, las calles de Salcajá en Quetzaltenango, se engalanan con la tradicional y centenaria Cabalgata de los Reyes Magos, donde jinetes ataviados con trajes bíblicos recorren el municipio montando caballos finamente arreglados. Es un espectáculo único que mezcla teatralidad, devoción y orgullo local, ideal para quienes buscan experiencias culturales poco conocidas fuera del país.
A inicios de año marcan una continuidad espiritual, varios Rezados tradicionales, integrados al ciclo navideño, con procesiones familiares o comunitarias que acompañan imágenes del Niño Dios o de santos patronos por las calles, entre rezos, cantos y cohetes, como una forma de bendecir los hogares y pedir prosperidad para el nuevo ciclo. Paralelamente, enero está profundamente ligado a la devoción al Cristo de Esquipulas, cuya festividad principal se celebra el 15 de enero en la Basílica de Esquipulas, Chiquimula.
Miles de peregrinos provenientes de todas las regiones del país e incluso de Centroamérica y México viajan para venerar al “Cristo Negro”, reconocido por su carácter milagroso y por ser símbolo de unidad y esperanza. La ciudad se llena de procesiones, mercados festivos, misas solemnes y expresiones culturales que reflejan la fuerza de esta devoción centenaria, considerada una de las más importantes del mundo católico en la región.
El ciclo festivo culmina el 2 de febrero, con el Día de la Candelaria, celebrado con especial fervor en, San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango; Chiantla, Huehuetenango y Ciudad de Guatemala. Durante esta jornada se bendicen imágenes del Niño Dios, se presentan bailes, se degustan platillos tradicionales y se cierran las actividades navideñas. La Candelaria marca el final de un periodo profundamente espiritual y colorido, que une comunidades de todo el país.
El ciclo navideño en Guatemala es un recorrido cultural para vivir este país, más que una temporada festiva: es una ventana a la identidad profunda de cada comunidad. Entre danzas ancestrales, la gastronomía tradicional como los tamales y el ponche de frutas, las procesiones, carreras devocionales y celebraciones comunitarias, este periodo invita a los visitantes a descubrir la riqueza cultural de Guatemala, que la distingue de la región.
Quienes exploran Guatemala entre diciembre y febrero no solo encuentran paisajes impresionantes, sino también tradiciones únicas que han resistido el paso del tiempo. Un viaje sensorial por estas celebraciones es, sin duda, una oportunidad para vivir el patrimonio intangible que hace de Guatemala un destino excepcional.
Fotografías: Edwin Castro, Alfonso Lacán y Proyecto cultural “El Nacimiento”.
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