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Sergio Gonzalo Rodrigo
Aerolíneas que conectan continentes
No puede caber ninguna duda de la relevancia que tuvo para los viajes y el turismo, más que el nacimiento de la aviación comercial, que se puede decir que tuvo lugar primero en 1914 —cuando se produjo el primer vuelo comercial de la historia— y después en las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX —cuando se crearon las primeras aerolíneas y rutas aéreas—, el desarrollo y crecimiento de la misma, algo que se dio después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se produjeron avances tecnológicos que hicieron los vuelos de larga distancia más rápidos y además tuvo lugar el proceso de democratización de los viajes en avión, debida a la reducción de los precios de los vuelos y al consiguiente acceso a los mismos por parte de la clase media.
Este desarrollo y crecimiento de la aviación comercial no es, por supuesto, el único hito que desde el lado de las comunicaciones y el transporte han ayudado a impulsar los viajes y el turismo, ya que ha habido otros como el comienzo de la utilización del ferrocarril con fines turísticos (que se dio en el Reino Unido en un momento del tiempo similar al del desarrollo de la aviación comercial), la generalización del uso del automóvil privado (también en un momento cercano en el tiempo) y, más tarde, el desarrollo del ferrocarril de alta velocidad, pero sí puede decirse que fue determinante en el impulso de los viajes y el turismo de larga distancia.
Y, refiriéndonos a esos viajes de larga distancia, y centrándonos de forma más concreta en los vuelos intercontinentales (dejando por tanto de lado los vuelos dentro de un continente), no hay duda de que hubo una primera fase dentro del desarrollo de la aviación comercial que si bien fue tremendamente importante, de alguna manera quedó por así decirlo incompleta, por cuanto solamente cubrió las conexiones entre Europa y América (por un lado por los flujos de actividad económica y de negocios que tenían lugar entre Europa y las ciudades de Norteamérica. y por otro lazo por los lazos entre los países europeos y las que habían sido sus colonias americanas), entre Europa y África (de nuevo por los vínculos coloniales, con la particularidad de que en ese caso las colonias no eran un vestigio de siglos anteriores, sino que apenas habían dejado de serlo hacía unos pocos años). y, en menor medida, entre Europa y Asia, entre América y Asia y entre Oceanía y Asia (en los tres casos debido al comienzo de una intensificación de los flujos de actividad económica y de negocios de Europa, Estados Unidos y Australia con Asia, sobre todo debido al papel desarrollado por Japón, aunque también de otros actores como Corea del Sur o Singapur).
Quedaban, sin embargo, las conexiones entre el resto de los continentes, por así decirlo, sin cubrir, pudiéndose decir que la conectividad entre continentes era aún incompleta. Esa primera fase del desarrollo de la aviación comercial al servicio de los viajes y el turismo de larga distancia había sido llevada a cabo principalmente por aerolíneas europeas, estadounidenses y australianas (en el caso europeo, las compañías de bandera, como Iberia, Air France, British Airways, Lufthansa y KLM, en el caso estadounidense, las llamadas “tres grandes”: American Airlines, Delta Airlines y United Airlines, y en el caso de Australia, Qantas). Mención aparte merecería la compañía rusa Aeroflot, que con los vuelos que ofrecía para conectar con los países europeos y con algunos asiáticos se situaba en la “frontera” entre lo que puede considerarse un vuelo intercontinental, al contar Rusia con el carácter de estado repartido en dos continentes.
Posteriormente iban a llegar otros hitos que iban a venir a completar la conectividad entre continentes. Quizás merece la pena al menos mencionar el hito de la aparición de las compañías low cost en los primeros años del siglo XXI ya que aunque no han sido decisivas en la conectividad intercontinental, sí han puesto algún grano de arena para las conexiones entre Europa y África (principalmente de la mano de Ryanair y de Easy Jet, con vuelos que conectaban ciudades europeas con ciudades del Norte de África) y entre Asia y Oceanía (conectando algunas ciudades australianas con otras del continente asiático).
Pero, sin duda, el gran hito en la historia de la aviación comercial que ya impulsó definitivamente la conexión entre continentes fue la consagración de determinados aeropuertos de Oriente Medio como auténticos hubs que hacen posibles las conexiones entre Europa y Asia, entre Europa y África, entre Europa y Oceanía, entre Asia y África, entre Asia y América, entre África y América y entre África y Oceanía. Las aerolíneas que han adoptado un papel protagonista en ese proceso han sido fundamentalmente Emirates, Qatar Airways, Turkish Airlines y Etihad, aunque en los últimos tiempos se están sumando otras como Saudia.
Pero no se agotaron con ese “boom” las novedades en el ámbito de la aviación comercial, sino que, en los últimos años, otro tipo de aerolínea está irrumpiendo con fuerza en el mercado aéreo global; se trata de la africana Ethiopian Airlines, que está haciendo una gran labor para mejorar una conectividad entre Europa y África, entre África y Asia e incluso entre África y América que, si bien, como se ha comentado, había sido ya al menos parcialmente cubierta en momentos anteriores, ha sido notablemente mejorada por la aerolínea africana (ello, más allá, por supuesto, de la labor que ha hecho Ethiopian Airlines por mejorar las comunicaciones aéreas dentro de la propia África.
Quizás otras aerolíneas sudafricanas podrían entrar en el proceso con el fin de completar la labor que ya ha comenzado a hacer Ethiopian Airlines, siendo razonable que las que lo hicieran fueran las de los países más pujantes a nivel económico, como Sudáfrica y Nigeria, que además, por su ubicación geográfica, se antojan clave para mejorar las conexiones entre África y América, con Sudamérica en el caso de Sudáfrica (de momento South African Airways solo opera vuelos a Sao Paulo) y con el Caribe, Centroamérica o incluso Norteamérica en el caso de Nigeria (no hay que olvidar los lazos culturales que se derivan de una población afroamericana que en gran parte procede de África Occidental).
La asignatura pendiente, y quizás, por tanto, la siguiente fase que se podría y debería de abordar, en la aviación comercial mundial es la de la conectividad de Oceanía con el resto de continentes, para mejorar una precaria situación actual en la que además son pobres también las conexiones dentro del continente. Actualmente las posibilidades de conexión con los países de Oceanía más allá de Australia y Nueva Zelanda pasan precisamente por volar a estos países para después dirigirse a otros, con el inconveniente de que en esas escalas es necesario desplazarse mucho más al sur de lo que sería necesario en caso de existir conexiones mejores. Más allá de eso, merece la pena destacar que ni siquiera Nueva Zelanda está bien conectada con otros continentes, ya que en muchos casos es necesario hacer escala en Australia para llegar al país kiwi.
Más allá del mencionado papel de las aerolíneas australianas y neozelandesas, y dado el limitado poder de actuación de las aerolíneas del resto de países oceánicos (aunque la papú Air Niugini ya conecta ciudades de Fiji, Islas Salomón y Vanuatu, además de las propias ciudades papús, con ciudades de China, Filipinas y Singapur), quizás sería necesaria la irrupción de una aerolínea asiática que decidiera atacar con fuerza esa parte del pastel aún “sin partir” de la conectividad entre Asia y Oceanía (entendiendo Oceanía en sentido amplio y no solo como Australia y Nueva Zelanda), y por extensión, entre Oceanía y el resto del mundo. Al fin y a al cabo, no hay que olvidar que los países del Pacífico son notable y crecientemente atractivos en el ámbito del turismo mundial.
Autor: Sergio Gonzalo Rodrigo
Asesor de viajes, escritor de viajes e investigador del viaje como actividad
como fenómeno y como disciplina.
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